lunes, 26 de diciembre de 2011

Por que no estamos Delgados de Eva Campos

La mala alimentación, la dejadez o la inactividad son los síntomas del sobrepeso, no las causas. Las causas están por debajo, las causas están en nosotros y si no las encaramos, siempre volveremos a coger el peso perdido y vernos, una vez más, dentro de una vida que no nos gusta.
Con este primer módulo de la serie de seminarios “La Mente-Lista” aprenderás sencillas técnicas que te ayudarán a descubrir esas causas y tomar consciencia de ellas. Divertido, ameno y muy dinámico, esta serie de seminarios son eminentemente prácticos, aprendiendo desde el hacer y no desde largas y tediosas teorías.

Leer más: http://www.evacamposnavarro.es/news/seminario%20%22la%20mente-lista%22%20i%3a%20%c2%bfque%20me%20pasa%2c%20doctor-/

lunes, 12 de diciembre de 2011

Las Transaminasas Altas o Muy Altas

Qué significa tener las transaminas altas. Las transaminasas son enzimas que se hallan en el interior de las células hepáticas, las cuales se pueden ver aumentadas en casos de hepatitis víricas, obstrucciones graves de la vía biliar o consumo abusivo de alcohol entre otras y estos valores quedan plasmados en los resultados de los análisis.

Son muchos los trastornos que pueden dejar afectado al hígado y provocar la subida de transaminasas; para conocer los valores de las transaminasas hay que tener en cuenta lo siguiente:


Son valores normales los siguientes:

- GOT – 5-40 U/L,
- GPT – 5 y 30 U/L

Seguro que en muchas ocasiones, las transaminasas estarán altas y puede ser debido a enfermedades hepáticas, pancreáticas o enfermedades coronarias y será conveniente bajarlas, para lo cual necesitarás seguir unos determinados consejos:



- Es importante depurar el hígado unas dos veces por año, en primavera y en otoño, para eliminar toxinas y que el organismo funcione en perfecto estado.

- Evitar los alimentos ricos en grasa, enlatados, refinados, la sal en exceso y el consumo excesivo de azúcar, así como lácteos ricos en grasa ; es importante eliminar el alcohol, drogas, tabaco y medicamentos tóxicos para el hígado.

- Tomar abundantes líquidos, en especial agua, que ayudarán en la limpieza hepática a metabolizar las grasas. Serán adecuadas también las infusiones.

- Consume frutas y verduras en abundancia.

- Son adecuadas las plantas medicinales como el diente de león, cardo mariano, boldo o alcachofera por citar las más destacadas.

martes, 15 de noviembre de 2011

Descubre Tus Los hábitos que te ayudan a adelgazar

1.-Comer las cosas adecuadas
2.-Comer lo que te conviene
3.-Andar
4.-Jugar al tenis
5.-Comer lo que te conviene

Marianne Williamson: La dieta del alma

Queridos amigos,

Bienvenido a nuestro sitio especial para los lectores de UN CURSO DE PÉRDIDA DE PESO: 21 lecciones espirituales para la entrega de su peso para siempre.

Este es un apoyo para que a medida que avanza a través del material en el libro. Uno de los principios fundamentales de un curso en la pérdida de peso es que la compulsión aislamiento razas, cuando se unió con otras razas de la curación emocional. El uso de este sitio como una forma de enriquecer su viaje a través del curso, la construcción de la comunidad a través del debate y apoyo mutuo.

Muchas personas han comenzado a grupos que funcionan como clubes de lectura, reuniendo cada semana o dos para ir a través de las lecciones en el curso juntos. Si usted está haciendo esto - y hay más de diez personas de su grupo que han completado al menos cinco de las lecciones - entonces voy a programar una tele-clase personal de media hora con tu grupo! Verás que hay pestañas específicas aquí para ayudarle en la discusión de lecciones particulares, encontrar a otros a trabajar con quienes viven en su área, y la programación de las llamadas antes mencionadas conmigo.

Me siento honrado de que usted está tomando este curso en la pérdida de peso consciente. No sólo estamos tratando de liberar el exceso de peso aquí, estamos aquí para lanzar lo que podría ser de años de sufrimiento acumulado. Y que hará toda la diferencia. Me uno a usted en absoluta convicción de que un camino lleno de luz que te espera, que bendice no sólo su cuerpo sino su espíritu.

Hay muchas otras maneras en que puede apoyar también: Tenga en cuenta que estoy haciendo dos retiros de tres días en un curso en la pérdida de peso, una en San Diego en febrero y otra en el estado de Nueva York en abril. Voy a empezar un curso en un programa de entrenamiento para perder peso en la primavera, así que asegúrese de que usted firme para arriba en mi lista de correo electrónico para asegurarse de que usted es mantenerse al tanto de toda esa información. Mis meditaciones para el CD la pérdida de peso que ya está disponible. Y mi programa de radio en un curso en la pérdida de peso está en Hay House Radio todos los martes al mediodía, hora del Pacífico!

Así que espero que valerte de las muchas oportunidades aquí para convertir su dolor en paz. La cuestión de peso podría haber traído el dolor en el pasado, pero como se dice en la Biblia y también en Un Curso de Milagros, "Dios mismo enjugará todas las lágrimas." Yo creo que. Y comienza ahora mismo.

Con amor,
Marianne

sábado, 12 de noviembre de 2011

La Cebolla: Sana

Cruda, cocida, frita, asada o encurtida la cebolla es ingrediente o condimento imprescindible de múltiples platos. No se conciben pistos, esqueixadas, salpicones o cualquier sencillo sofrito sin ella, por no hablar de aquellos guisos donde es protagonista, como el hígado o los calamares encebollados, pasando por caldos, ensaladas o las populares banderillas. Las hay grandes y pequeñas, más dulces o más picantes, frescas y secas… Es el tercer vegetal más consumido en España, tras el tomate y la lechuga, con una media de 7,4 kilos per cápita. Claro que no todas las cebollas que se compran se utilizan con fines culinarios. Con ellas se elaboran jarabes para la tos, cataplasmas para las jaquecas y los dolores reumáticos, ungüentos para las quemaduras y un sinfín de remedios naturales contra todo tipo de dolencias y malestares. Muchos de ellos funcionan aunque no tengan el aval científico que lo justifique. Pero como en los últimos años se han llevado a cabo multitud de estudios sobre los componentes y efectos de la cebolla, empieza a haber evidencias de sus propiedades curativas.

Desde hace siglos se ha otorgado a estos bulbos poderes bactericidas, diuréticos y antiinflamatorios y se han utilizado para desinfectar heridas, curar catarros y tonificar el organismo. Hoy se conoce que la cebolla es uno de los alimentos más ricos en polifenoles, sobre todo en quercetina, “y hay evidencias de que una dieta rica en antioxidantes tiene correlación con menos enfermedades cardiovasculares, con la prevención de algunos tipos de cáncer y de enfermedades neurodegenerativas, y de que los polifenoles aumentan las defensas y actúan como antiinflamatorios”, lo que justificaría muchos de sus usos caseros, explica Rosa M. Lamuela, directora del grupo de investigación sobre antioxidantes naturales de la Universitat de Barcelona (UB).

Luis Fernando Rubio, gerente de Procecam, la Asociación de Productores de Cebolla de Castilla-La Mancha, apunta que la cebolla tiene muchas propiedades porque es una hortaliza rica en vitaminas A y C –beneficiosas para prevenir enfermedades respiratorias–, pero también contiene vitaminas B, G y E, lo que la convierte en un tónico y estimulante del sistema nervioso que puede eliminar tanto estados de fatiga como de excitación, y tiene propiedades antianémicas gracias a su contenido en hierro, fósforo y otros minerales que ayudan a reponer la pérdida de sangre y los glóbulos rojos. Se le atribuyen además efectos contra la tuberculosis, la diabetes, las descalcificaciones óseas, la senilidad glandular, el insomnio, la bronquitis y el cáncer. Hay investigaciones que explican estas utilidades y beneficios, aunque muchas de ellas todavía son objeto de discusión. Así, por ejemplo, un equipo de médicos de la Universidad de Newcastle (Reino Unido) asegura haber comprobado que la cebolla hervida, frita o cruda aumenta la capacidad de disolver cualquier coágulo interno, por lo que el consumo habitual de esta hortaliza podría prevenir la trombosis coronaria. Por su parte, investigadores de Biología del Hueso de la Universidad de Berna (Suiza) aseguran que podría evitar y tratar la osteoporosis después de probar en ratones que el consumo de cebolla aumenta la densidad de los huesos con un beneficio superior al de la calcitonina, que es el medicamento que más se emplea para tratar la osteoporosis que suele producirse como consecuencia de la menopausia.

Otro estudio reciente, en este caso de la universidad australiana de South Queens, concluye que la cebolla ayuda a combatir la obesidad, la diabetes y la presión arterial gracias a su contenido en rutina, un componente no nutritivo que también está presente en las manzanas, el té y el vino tinto, entre otros productos. Según los experimentos con roedores de los investigadores australianos, la ingesta de rutina durante ocho semanas permite mejorar la estructura y función del corazón y del hígado, y se traduce en una mejora de la calidad de vida y la longevidad de las ratas. En la Universidad Autónoma de Madrid y en la de Crandfiel (Reino Unido) han comprobado que incluso la piel de cebolla, de la que sólo en la Unión Europea se acumulan más de 500.000 toneladas al año, puede tener efectos saludables porque es rica en fibra insoluble y compuestos felónicos, como la quercetina y otros flavonoides, que estimulan el crecimiento y la actividad de las bacterias del colon.

Es este último aspecto, el de su contenido en flavonoides y sus efectos antioxidantes, el más avalado por los científicos y ya hay iniciativas en marcha para tratar de aprovechar la cebolla como anti-oxidante industrial. Un equipo científico integrado por especialistas en nutrición y bromatología de la UB y expertos en ingeniería agroalimentaria y biotecnología de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) han comprobado que los compuestos fenólicos de la cebolla impiden el desarrollo de microorganismos típicamente asociados al deterioro de alimentos, como Bacillus cereus, Staphylococcus aureus, Micrococcus luteus o Listeria monocytogenes, lo que la convierte en una alternativa natural a los aditivos artificiales que utiliza la industria alimentaria para conservar sus productos. Y hay investigaciones en curso para ver si añadir cebolla a los piensos que comen los animales mejora la conservación de la carne resultante, así como la viabilidad de que los envases incorporen y liberen poco a poco algunos de estos compuestos de la cebolla para que los alimentos se conserven más tiempo. El principal obstáculo, por ahora, estriba en el picor y olor característicos de la cebolla, que dificultan su uso sin huella.

Rosa Pérez de Gregorio, que ha estudiado a fondo el efecto de diversos tratamientos tecnológicos y culinarios sobre los niveles de polifenoles de la cebolla con motivo de su tesis doctoral, asegura que las cebollas con más antioxidantes son las variedades rojas o moradas. “Tienen casi el doble de contenido de polifenoles que las blancas y amarillas porque contienen, además de quercetina, antocianinas que aportan la coloración” morada, como en el vino tinto, explica Pérez. Lo que menos afecta, según sus investigaciones, es la forma de tomarla: “No hay prácticamente diferencia en los niveles de antioxidantes entre la cebolla frita y la cruda porque son compuestos muy solubles en agua pero no en aceite, y la temperatura tampoco los destruye; si hablamos de cebolla cocida, sí que pasan al agua de cocción, pero si bebes el caldo cubres las mismas dosis de la cebolla cruda; el horneado sí que degrada algo estos compuestos y hay una pérdida del 20% con horno tradicional y del 30% con microondas, pero como la concentración es muy alta, no es un problema”. Sus estudios indican que tampoco la cebolla que se vende ya cortada o liofilizada ha perdido sus nutrientes y antioxidantes.

La dietista Martina Miserachs, de la Asociación Española de Dietistas Nutricionistas (AEDN), coincide en que, como casi no hay diferencia en el contenido de flavonoides si se toma cruda o cocinada, cualquier plato elaborado con cebolla es una buena fuente de estos compuestos y de sus efectos protectores contra el cáncer o las enfermedades cardiovasculares. De hecho, los expertos aseguran que una cebolla proporciona más quercetina que todo un kilo de manzanas (un fruto también rico en antioxidantes) porque en la primera está más biodisponible y es más fácil de absorber por el organismo, sobre todo si está cocinada. “La cebolla contiene azúcares y, al cocinarla, va perdiendo esas moléculas de azúcar y formando otros compuestos más fáciles de atacar por los jugos gástricos y de asimilar por el cuerpo”, justifica Rosa Pérez Gregorio. Y advierte que lo que sí se pierde al cocinarla es la vitamina C, al tiempo que se desnaturaliza alguna proteína.

Dos años y tres productos
El ciclo del cultivo de la cebolla, desde que se planta la semilla hasta que vuelven a obtenerse semillas, dura dos años. Durante el primero se desarrolla el bulbo, y durante el segundo, ese bulbo origina otra planta que da flor y semillas. Bernat Martí, de la Fundació Alícia, explica que según el momento del ciclo en que se recolecte la cebolla se puede disfrutar de tres productos diferentes: la cebolla tierna, la cebolla seca y la cebolleta.
Cebolla tierna Es la más dulce, la que compramos en ramilletes; un bulbo blanco del tamaño de un huevo con tallos verdes. Tradicionalmente se comía en primavera y principios de verano –una vez las semillas plantadas en otoño habían crecido hasta formar un pequeño bulbo–, pero ahora, con las variedades híbridas, se puede encontrar en el mercado casi todo el año.
Cebolla seca Es el bulbo cobrizo, amarillo o morado que utilizamos en los guisos, ensaladas, etcétera. Es la cebolla tierna que se deja crecer hasta que la parte aérea, el tallo y las hojas se han secado, lo que ocurre aproximadamente al año de haberse plantado.
Cebolleta Si no se retira el bulbo de la cebolla seca, durante el segundo año del ciclo la planta vuelve a brotar (otoño) y desarrolla tallos y hojas para poder florecer en primavera y granar nuevas semillas. Esos tallos y hojas, si se recolectan en enero o febrero (según la variedad) son las cebolletas, que suelen ser más picantes que las cebollas de igual variedad

lunes, 31 de octubre de 2011

Bree BOYCE Miss Carolina del Sur

Bree Boyce odiaba las clases de gimnasia y usaba camisetas grandes para disimular sus 106 kilos, pero un día decidió cumplir su sueño y salió a conquistarlo. Son las palabras de esta joven que bajó 50 kilos en tres años para competir con las chicas más guapas de Carolina del Sur y ganar. Ahora, quiere lograr que su vida sirva de ejemplo.

"Luché durante años con mi peso -cuenta Boyce-. "Muchas niñas admiran a las reinas de belleza porque quieren ser como ellas y parecerse a ellas". Sin embargo, Boyce asegura que "todos somos únicos y todos somos diferentes y ninguna persona va a parecerse a otra. Y alguien puede ser de una saludable talla 6 o de una talla cero no saludable".

Su experiencia de adolescente obesa a reina de belleza no fue simplemente perder peso o de ir de un extremo a otro. Ella lo dice con más claridad: "se trata más de dar un buen ejemplo para las generaciones más jóvenes. Si tienes un sueño, ve por él. No dejes que las percepciones de los demás te detengan".

A lo largo de su infancia, Boyce vio de cerca cómo su hermana mayor competía en concursos de belleza. Ella secretamente esperaba un día poder participar. Cuando llegó a la adolescencia, intentó muchas dietas para bajar de peso, pero siempre volvía a caer en sus viejos hábitos.

“Pensé que este era el cuerpo en el que iba a vivir y que no había nada que pudiera hacer", contó Boyce.

Sin embargo, cuando los problemas de salud comenzaron a aparecer a causa de su obesidad, Bree tomó conciencia y empezó a evitar la comida basura y a hacer ejercicios.

"Es un proceso de aprendizaje, de aprender un estilo de vida, y mucha gente piensa que es algo rápido, de la noche a la mañana. Y no lo es en absoluto. Se necesita tiempo. A mí me tomó tres años".

jueves, 8 de septiembre de 2011

fase de ataque (dukan)

El Salvado de Avena: Ayuda a Adelgazar

Acciones sobre nuestro organismo

• Reducción del colesterol.
• Prevención de la diabetes al reducir el índice glicémico del bolo alimenticio.
• Protección contra el cáncer de colon y de recto.
• Acción benéfica en el tránsito intestinal.
¿A qué se deben estos beneficios para nuestra salud ?

A sus fibras, ricas en moléculas β-glucanos, que le confieren dos acciones que ejercen los siguientes efectos :

1. Acción de saciedad en el estómago

Ya desde su ingestión, el savado de avena se impregna de saliva y llega al estómago donde comienza a llenarse de agua. Una cucharada sopera de salvado de avena absorbe 25 veces su volumen, generando una sensación de plenitud y un efecto rápido de saciedad.




2. « Secuestro » de calorías en el intestino

Cuando el salvado transita mezclado al bolo alimenticio, por el ataque químico de los ácidos gástricos, de la bilis y del jugo pancreático, se convierte entonces en una papilla en la que el salvado de avena despliega todo su poder adelgazante. ¿Cuál es la ventaja ?

« Organizar tranquilamente, una pérdida en vuestro sistema digestivo. » respondía el Dr. Pierre Dukan en una reciente conferencia de prensa. « No sólo engaña al colesterol, frenando la penetración de los azúcares rápidos sino que perdiendo una cantidad de calorías que habríais asimilado en ausencia del salvado de avena. »

¡Cuidado ! No todos los salvados de avena valen.

Las virtudes medicinales del salvado de avena se basan en dos parámetros : la moltura y el cernido.

La moltura, se trata de la intensidad con la que el salvado se muele, siendo responsable del tamaño de la partícula de salvado de avena. Para cada una de las tres molturas existentes, exite una simple y una bis.
El cernido, es el tamizado que separa el salvado de la harina. Cuando más se ha cernido el salvado, más puro y eficaz se vuelve.

Han de buscarse siempre índices óptimos de moltura y cernido que reunidos componen el índice global M2bis-B6C.

jueves, 25 de agosto de 2011

El Metodo Gabriel: Adelgaza sin Dietas

INTRODUCCIÓN
Mi propia transformación
El Método Gabriel es un sistema,
nuevo y revolucionario, SIN DIETAS,
para ponerte en forma, haciendo que tu cuerpo
quiera estar delgado.
Recuerdo claramente el momento que cambió mi vida para siempre. Fue en agosto de 2001. Pesaba 186 kilos. En los doce años
anteriores había engordado más de 90 kilos.
Acababa de tomar la salida de Paramus/River Edge, en la carretera 4, en Nueva Jersey. Mientras salía, una idea me golpeó
como si fuera un rayo: «Mi cuerpo quiere estar gordo y, mientras quiera estar gordo, no hay nada que yo pueda hacer para
perder peso». Me metí en la calle lateral más cercana y me quedé
allí, sentado en el coche.
No pude pensar en nada más durante los siguiente veinte minutos.
A lo largo de los doce años en los que aumenté 90 kilos, lo
probé todo para perder peso, incluyendo todas las dietas habidas y por haber, desde dietas bajas en grasas hasta dietas bajas en
carbohidratos y todo lo que hay entre las dos. Pasé tiempo en el
instituto Nathan Pritikin, de California y con el mismísimo doctor Atkins, ahora fallecido, en Nueva York.
Me gasté más de tres mil dólares con el doctor Atkins y, al final, lo mejor que hizo fue chillarme por estar tan gordo. También
gasté pequeñas fortunas en todas las curas holísticas concebibles
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y todos los tratamientos alternativos para la salud disponibles.
No importaba lo que hiciera, mi cuerpo continuaba aumentando
de peso.
Todas las dietas o programas que emprendía seguían, exactamente, el mismo modelo. Empezaban obligándome a contar algo
—calorías, grasas, carbohidratos, sal, lo que fuera— y me daban
una lista de lo que no podía comer. Seguía la dieta al pie de la
letra. Por lo general, al principio, perdía peso rápidamente, pero
luego el ritmo de pérdida de peso empezaba a hacerse más lento. Finalmente, dejaba de adelgazar por completo. Llegado a ese
punto, hacía dieta, no para perder peso sino simplemente para
mantener el que ya tenía.
Durante todo el tiempo, mis ansias de la comida que no me
estaba permitida aumentaban. Desalentado y con el ánimo por los
suelos, había veces en que estaba demasiado agotado para seguir
luchando contra mis deseos y me daba una tremenda comilona.
Recuperaba en cuestión de días el peso que me había costado un
mes o más perder. Unas semanas después pesaba, invariablemente, entre cinco y siete kilos más que al empezar la dieta.
No importaba lo que hiciera para perder peso, mi cuerpo luchaba contra mí con uñas y dientes, y al final siempre ganaba.
Después de años de darme de cabeza contra la pared y tratar de
obligarme a perder peso, tuve que admitir que, mientras mi cuerpo quisiera estar gordo, no había nada que hacer.
A partir del momento en que me di cuenta de esto, renuncié
para siempre a hacer dieta. Decidí que, en lugar de obligarme a
perder peso contra la voluntad de mi cuerpo, intentaría averiguar por qué mi cuerpo quería estar gordo.
Así que inicié la búsqueda de respuestas reales. Pasé horas
cada día aprendiendo todo lo que pude de bioquímica, nutrición, neurobiología y psicología. En la década de 1980 asistí a
The Wharton School of Business, en la Universidad de Pensilvania. Mientras estaba en Wharton, empecé a interesarme mucho
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por la bioquímica e hice toda una serie de cursos de biología.
También hice un año de investigación sobre la síntesis del colesterol con el doctor José Rabinowitz, en el hospital para Veteranos de Filadelfia. Esto me dio una base lo bastante sólida en bioquímica para comprender todos los estudios actuales sobre la
obesidad.
Me leía veinte o treinta informes de investigación al día y, después de haber leído varios cientos —tal vez un millar—, no tardé
en convertirme en experto en las más avanzadas investigaciones
sobre la química de la obesidad y la pérdida de peso. También
estudié meditación, hipnosis, programación neurolingüística,
psicolingüística, Terapia del Campo del Pensamiento (TFT son
sus siglas en inglés), tai chi, chi kung, y el campo de la investigación de la conciencia. Incluso estudié física cuántica. Estaba convencido de que las respuestas estaban en algún lugar, en el espacio que separa la mente del cuerpo.
Pero sobre todo, empecé a estudiar mi propio cuerpo. Dejé
de verlo como el enemigo que se negaba a escucharme. Comprendí que el problema no era mi cuerpo, sino que yo no entendía cómo hacerlo funcionar. Desde ese momento, empecé a
prestarle muchísima atención. También dejé de imponerme a
él y obligarlo a hacer algo en contra de su voluntad. Por el contrario, me dediqué a estudiarlo y, como resultado, comencé a
aprender de él.
Como era un estudiante receptivo, mi cuerpo llegó a ser un
maestro muy eficaz. Me enseñó por qué quería estar gordo y qué
tendría que hacer yo para que él quisiera estar delgado.
En cuanto comprendí que había razones para que mi cuerpo
quisiera estar gordo, dejé de hacer dieta. ¿Qué sentido tenía, si la
dieta no iba a solucionar el problema? Más tarde averigüé que
las dietas no sólo no dan resultado, sino que si tu cuerpo ya quiere estar gordo, lo único que conseguirán será hacer que quiera
estar más gordo.
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Renunciar a las dietas para siempre fue lo más grande y liberador que he hecho nunca.
Detestaba hacer dieta.
Detestaba estar tan obsesionado con la comida y tratar cada
señal de hambre como una batalla que tenía que librar. Detestaba
clasificar cada día según lo bien que me había portado: «¡Sí, hoy
he sido bueno!» O, en un mal día: «Vale, hoy esto va mal, pues ve
a por todas. Vete a la tienda y compra todos los pasteles, galletas,
bizcochos de chocolate y todos los sabores de helado que haya.
No, chocolate no. Tiene demasiadas calorías. Coge ése que no
tiene grasas; el de vainilla con plátano. Y ya que estás, podrías
probar también el de fruta de la pasión y el de melocotón. ¡Bah, a
la mierda! Ya que vas a comprar todo eso, igual puedes comprar
un helado de verdad, con chocolate, nueces, bizcocho y dulce de
leche, en tamaño doble. Pero no te lleves sólo ése, porque un día
es un día y, puestos a hacer, también podrías comprar el otro que
hace mucho tiempo que te mueres de ganas de probar».
La dieta y el atracón eran mi manera de vivir, pero cuando
comprendí la situación, renuncié a todo eso. Lo abandoné y dejé
de tener días buenos y días malos; dejé de tratar cada punzada de
hambre como una batalla. Si tenía hambre, comía, y si no tenía
hambre, no comía. Si quería algo con el doble de lo que fuera, lo
tomaba. Daba un bocado o dos o diez o me lo comía todo. Como
ya no llevaba la cuenta, me daba igual. También vi que muchas
otras personas no cuentan lo que comen. No prestan atención y,
sin embargo, nunca aumentan ni medio kilo. Yo digo que son
«naturalmente delgados».
Como es natural, los delgados no tienen una relación disfuncional con la comida. No tienen días buenos y días malos. No hay
cosas que no puedan comer. Comen lo que quieren, siempre que
quieren. No se preocupan por lo que es mejor para ellos. No les
importa. Sencillamente, comen cuando tienen hambre y ya está...
Final de la historia.
Así que empecé a vivir de esta manera. Empecé a vivir como
si fuera una persona naturalmente delgada; comía lo que quería, siempre que quería, pero con una diferencia: me aseguraba
de incorporar ciertos alimentos que sabía que contenían los nutrientes que mi cuerpo necesitaba, en una forma que pudiera digerir y asimilar.
Al principio, los alimentos que ansiaba eran los mismos. Seguía tomando un montón de comida basura como efecto de rebote por haberme negado tantas cosas, tanto tiempo. No obstante, esto cambió gradualmente, y empecé a desear no sólo menos
cantidad de comida, sino también alimentos más sanos. Ahora,
si mi cuerpo tiene hambre, la tiene por alguna razón. La clase de
alimentos que mi cuerpo ansía son frutos frescos y ricas ensaladas, llenas de color. La comida que antes veía como una tarea
pesada o un castigo, ahora me sabe más rica que todo lo que comí
en mis quince años de caprichos y de una vida de excesos, en
Nueva York.
Mis gustos se han transformado por completo. La mayoría de
lo que ansiaba no era realmente comida. No era más que azúcar
y sabores artificiales. Prácticamente, lo único que me metía en el
cuerpo eran calorías vacías. Es decir, en realidad, una de las razones de que siempre tuviera hambre era que me moría de hambre
de nutrientes.
Estaba matando de hambre a mi cuerpo. Como no podía utilizar lo que yo comía, no estaba satisfecho y seguía sintiendo
hambre. Por mucho que yo comiera, mi cuerpo no recibía nutrición, porque en lo que yo comía, no había nada que lo nutriera.
Imagina que sólo alimentas a un bebé con soda. Esto es lo que se
me ocurre cuando pienso en aquel periodo de mi vida.
El bebé necesitaba leche materna y yo le daba cola. ¿Qué otra
cosa podía hacer sino llorar y llorar? Tenía que hacer algo. Tenía
que pedir más de lo que yo le estuviera dando; era su única opción. Aunque pesaba más de ciento ochenta kilos y aunque había
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días en que ingería más de cinco mil calorías, a pesar de todo me
estaba muriendo de hambre, nutricionalmente hablando.
Mi cuerpo estaba en un modo de hambre perpetua, pese a un
suministro, al parecer infinito, de comida vacía de nutrientes, y
pese a cargar con comida de reserva, en forma de grasas, en exceso, suficiente para durarme las tres vidas siguientes.
Y no era sólo mi cuerpo el que pasaba hambre. Mataba de
hambre todos los aspectos de mi vida. Me estaba sometiendo a
una hambruna mental, emocional y espiritualmente. No escuchaba ni seguía lo que me decía el corazón. Vivía de acuerdo a
una idea preconcebida de cómo se suponía que tenía que ser mi
vida. El corazón me decía que siguiera una dirección del todo
diferente, y yo no lo escuchaba. Por el contrario, constantemente trataba de protegerme contra todos los cambios que el corazón
me pedía que hiciera. Como resultado, mi alma se estaba muriendo de hambre, porque me privaba de las experiencias que mi
alma quería tener en esta vida.
Me pasaba todo el tiempo trabajando en el interior de un edificio, en la ciudad de Nueva York, cuando lo que yo quería era
estar en medio de una naturaleza limpia y sin estropear. Estaba atascado en un despacho, de las nueve a las cinco, cinco días
a la semana y, durante la mayor parte del día, sólo veía luz fluorescente, olía moquetas industriales y oía los mismos bips, timbrazos y arengas de venta que llevaba oyendo, cada día, desde
hacía quince años. No me moría de hambre por falta de nutrientes, me moría por falta de vida.
En lo más profundo de mi corazón, quería estar en otro lugar.
Pero, ¿qué podía hacer? Ganaba dos o tres veces más, como
agente de bolsa, que en cualquier otra cosa que pudiera hacer.
Además, necesitaba el dinero, porque tenía tres hipotecas, dos
coches en leasing, y trece tarjetas de crédito que estaban casi al
límite. Estaba encerrado en la oficina, encadenado a mis compromisos y obligaciones económicas con lo que, en los negocios,
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llamamos «esposas de oro». Estaba encerrado bajo llave en mi
vida, y no iba a poder liberarme fácilmente.
Pero, por fin, cuando empecé a escuchar atentamente a mi
cuerpo, fui capaz de oír mi corazón. Por vez primera podía oír
que mi corazón me decía que me estaba ahogando. Pero, como
no tenía ningún plan en mente, lo único que podía hacer era escuchar y soñar.
Aunque no tenía ni el valor ni la fuerza para cambiarla, mi
vida estaba destinada a cambiar de manera radical.
Un mes después de haberlo comprendido, estaba previsto que
volara a San Francisco para lo que podía acabar siendo una de
las reuniones de negocios más importantes de mi vida. Me iba a
reunir con una importante compañía de agentes de bolsa para
discutir la posibilidad de que compraran la empresa que yo había construido. Era un día que podía cambiarme la vida para
siempre. La reunión encerraba el potencial de convertir todos mis
sueños en realidad.
Siempre que volaba a San Francisco, elegía un vuelo directo desde el aeropuerto Newark. No obstante, en esta ocasión en
particular, mi socio decidió ahorrar 150 dólares y me compró un
billete en un vuelo más barato, pero mucho más incómodo, que
salía por la tarde del aeropuerto de La Guardia, en Nueva York.
No me entusiasmaba precisamente la idea de tener que soportar
dos horas de tráfico para llegar a La Guardia, gastar 300 dólares
en aparcamiento y aguantar una espera de dos horas en Cincinnati sólo para ahorrar 150 dólares. Normalmente, habría tomado medidas al respecto, pero algo me decía que lo dejara estar, y
eso es lo que hice.
Al final, no llegué a coger aquel vuelo, porque cerraron el
aeropuerto el 11 de septiembre de 2001, así que nunca volé a San
Francisco para aquella reunión de negocios. Pero el vuelo que, al
principio, yo tenía intención de coger era el 93 de United Airlines,
ya en el aire cuando el primer avión se estrelló contra el World
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Trade Center. Los pasajeros del vuelo 93 tuvieron tiempo de enterarse. Tuvieron tiempo de llamar a sus cónyuges, desde sus
móviles, para decirles lo mucho que los querían y lo importantes
que eran para ellos, antes de tomar el control de la situación y
obligar a los secuestradores a estrellar el avión en un campo de
Pensilvania. No hubo supervivientes.
Si hubiera cogido el vuelo 93, habría dejado atrás un cuerpo
de 180 kilos, después de haber pasado toda mi vida adulta en
unas oficinas, bajo unas luces fluorescentes que me desvitalizaban y marchitaban, mientras oía los mismos bips, timbrazos y
arengas de ventas.
Aquél habría sido mi sino, pero por la gracia de Dios, me ofrecieron una segunda oportunidad. Dos semanas más tarde, llegué
a mi despacho, dispuesto a vivir un gran día, dispuesto a abrazar,
de verdad, mi vida y sacarle el máximo partido... para encontrarme con que mi empresa había cerrado.
La firma de agentes de bolsa que llevaba todas nuestras cuentas
se había hundido debido a la violenta reacción de los mercados
bursátiles provocada por el 11-S. Habían perdido 80 millones de
dólares de la noche a la mañana. Como resultado, nuestros activos y los de nuestros clientes habían quedado congelados. Ni un
solo cliente podía transferir dinero desde su cuenta ni hacer ningún tipo de negocio durante tres semanas. En el momento en que
pudieron sacar el dinero, lo hicieron. Fue el fin de mi empresa.
La compañía que tanto había luchado para crear —con innumerables sacrificios, peleas y problemas— se había desvanecido
en un instante. Me quedé sentado a mi mesa, estupefacto. Incapaz de hacer nada más; contemplaba fijamente la pantalla de mi
ordenador, con la mente en blanco, hasta que, de repente, caí en
la cuenta.
Había salvado la vida una segunda vez.
En aquel momento, sentí un abrumador deseo de convertir
mis verdaderos sueños en realidad, así que hice lo que deseaba en

El Metodo Gabriel: Adelgaza sin Dietas

INTRODUCCIÓN
Mi propia transformación
El Método Gabriel es un sistema,
nuevo y revolucionario, SIN DIETAS,
para ponerte en forma, haciendo que tu cuerpo
quiera estar delgado.
Recuerdo claramente el momento que cambió mi vida para siempre. Fue en agosto de 2001. Pesaba 186 kilos. En los doce años
anteriores había engordado más de 90 kilos.
Acababa de tomar la salida de Paramus/River Edge, en la carretera 4, en Nueva Jersey. Mientras salía, una idea me golpeó
como si fuera un rayo: «Mi cuerpo quiere estar gordo y, mientras quiera estar gordo, no hay nada que yo pueda hacer para
perder peso». Me metí en la calle lateral más cercana y me quedé
allí, sentado en el coche.
No pude pensar en nada más durante los siguiente veinte minutos.
A lo largo de los doce años en los que aumenté 90 kilos, lo
probé todo para perder peso, incluyendo todas las dietas habidas y por haber, desde dietas bajas en grasas hasta dietas bajas en
carbohidratos y todo lo que hay entre las dos. Pasé tiempo en el
instituto Nathan Pritikin, de California y con el mismísimo doctor Atkins, ahora fallecido, en Nueva York.
Me gasté más de tres mil dólares con el doctor Atkins y, al final, lo mejor que hizo fue chillarme por estar tan gordo. También
gasté pequeñas fortunas en todas las curas holísticas concebibles
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y todos los tratamientos alternativos para la salud disponibles.
No importaba lo que hiciera, mi cuerpo continuaba aumentando
de peso.
Todas las dietas o programas que emprendía seguían, exactamente, el mismo modelo. Empezaban obligándome a contar algo
—calorías, grasas, carbohidratos, sal, lo que fuera— y me daban
una lista de lo que no podía comer. Seguía la dieta al pie de la
letra. Por lo general, al principio, perdía peso rápidamente, pero
luego el ritmo de pérdida de peso empezaba a hacerse más lento. Finalmente, dejaba de adelgazar por completo. Llegado a ese
punto, hacía dieta, no para perder peso sino simplemente para
mantener el que ya tenía.
Durante todo el tiempo, mis ansias de la comida que no me
estaba permitida aumentaban. Desalentado y con el ánimo por los
suelos, había veces en que estaba demasiado agotado para seguir
luchando contra mis deseos y me daba una tremenda comilona.
Recuperaba en cuestión de días el peso que me había costado un
mes o más perder. Unas semanas después pesaba, invariablemente, entre cinco y siete kilos más que al empezar la dieta.
No importaba lo que hiciera para perder peso, mi cuerpo luchaba contra mí con uñas y dientes, y al final siempre ganaba.
Después de años de darme de cabeza contra la pared y tratar de
obligarme a perder peso, tuve que admitir que, mientras mi cuerpo quisiera estar gordo, no había nada que hacer.
A partir del momento en que me di cuenta de esto, renuncié
para siempre a hacer dieta. Decidí que, en lugar de obligarme a
perder peso contra la voluntad de mi cuerpo, intentaría averiguar por qué mi cuerpo quería estar gordo.
Así que inicié la búsqueda de respuestas reales. Pasé horas
cada día aprendiendo todo lo que pude de bioquímica, nutrición, neurobiología y psicología. En la década de 1980 asistí a
The Wharton School of Business, en la Universidad de Pensilvania. Mientras estaba en Wharton, empecé a interesarme mucho
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por la bioquímica e hice toda una serie de cursos de biología.
También hice un año de investigación sobre la síntesis del colesterol con el doctor José Rabinowitz, en el hospital para Veteranos de Filadelfia. Esto me dio una base lo bastante sólida en bioquímica para comprender todos los estudios actuales sobre la
obesidad.
Me leía veinte o treinta informes de investigación al día y, después de haber leído varios cientos —tal vez un millar—, no tardé
en convertirme en experto en las más avanzadas investigaciones
sobre la química de la obesidad y la pérdida de peso. También
estudié meditación, hipnosis, programación neurolingüística,
psicolingüística, Terapia del Campo del Pensamiento (TFT son
sus siglas en inglés), tai chi, chi kung, y el campo de la investigación de la conciencia. Incluso estudié física cuántica. Estaba convencido de que las respuestas estaban en algún lugar, en el espacio que separa la mente del cuerpo.
Pero sobre todo, empecé a estudiar mi propio cuerpo. Dejé
de verlo como el enemigo que se negaba a escucharme. Comprendí que el problema no era mi cuerpo, sino que yo no entendía cómo hacerlo funcionar. Desde ese momento, empecé a
prestarle muchísima atención. También dejé de imponerme a
él y obligarlo a hacer algo en contra de su voluntad. Por el contrario, me dediqué a estudiarlo y, como resultado, comencé a
aprender de él.
Como era un estudiante receptivo, mi cuerpo llegó a ser un
maestro muy eficaz. Me enseñó por qué quería estar gordo y qué
tendría que hacer yo para que él quisiera estar delgado.
En cuanto comprendí que había razones para que mi cuerpo
quisiera estar gordo, dejé de hacer dieta. ¿Qué sentido tenía, si la
dieta no iba a solucionar el problema? Más tarde averigüé que
las dietas no sólo no dan resultado, sino que si tu cuerpo ya quiere estar gordo, lo único que conseguirán será hacer que quiera
estar más gordo.
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Renunciar a las dietas para siempre fue lo más grande y liberador que he hecho nunca.
Detestaba hacer dieta.
Detestaba estar tan obsesionado con la comida y tratar cada
señal de hambre como una batalla que tenía que librar. Detestaba
clasificar cada día según lo bien que me había portado: «¡Sí, hoy
he sido bueno!» O, en un mal día: «Vale, hoy esto va mal, pues ve
a por todas. Vete a la tienda y compra todos los pasteles, galletas,
bizcochos de chocolate y todos los sabores de helado que haya.
No, chocolate no. Tiene demasiadas calorías. Coge ése que no
tiene grasas; el de vainilla con plátano. Y ya que estás, podrías
probar también el de fruta de la pasión y el de melocotón. ¡Bah, a
la mierda! Ya que vas a comprar todo eso, igual puedes comprar
un helado de verdad, con chocolate, nueces, bizcocho y dulce de
leche, en tamaño doble. Pero no te lleves sólo ése, porque un día
es un día y, puestos a hacer, también podrías comprar el otro que
hace mucho tiempo que te mueres de ganas de probar».
La dieta y el atracón eran mi manera de vivir, pero cuando
comprendí la situación, renuncié a todo eso. Lo abandoné y dejé
de tener días buenos y días malos; dejé de tratar cada punzada de
hambre como una batalla. Si tenía hambre, comía, y si no tenía
hambre, no comía. Si quería algo con el doble de lo que fuera, lo
tomaba. Daba un bocado o dos o diez o me lo comía todo. Como
ya no llevaba la cuenta, me daba igual. También vi que muchas
otras personas no cuentan lo que comen. No prestan atención y,
sin embargo, nunca aumentan ni medio kilo. Yo digo que son
«naturalmente delgados».
Como es natural, los delgados no tienen una relación disfuncional con la comida. No tienen días buenos y días malos. No hay
cosas que no puedan comer. Comen lo que quieren, siempre que
quieren. No se preocupan por lo que es mejor para ellos. No les
importa. Sencillamente, comen cuando tienen hambre y ya está...
Final de la historia.

Bajar de Peso: Jon Gabriel en la Tele

Dietas para bajar de peso: El Método Gabriel

Pescado, Verdura y Fruta

Es importante comer lo que te conviene.
Vivir en tranquilidad
Ser muy paciente
Y comer poco
Sobre todo no cenar

Dietas: Comer por la Noche

Perder Peso: Obesidad Mental

Las Creencias Adecuadas: Visualiza lo que quieres

Un reciente trabajo indica que las mujeres y los hombres tienen distintas actitudes y creencias en el tema del sobrepeso. Saber cuáles son los principales errores puede ayudarnos a evitarlos.

La doctora Rosa María Ortega, profesora de Nutrición de la Universidad Complutense de Madrid, ha dirigido el estudio "Preocupaciones, percepciones y hábitos en relación con el control de peso corporal en diversas poblaciones españolas". Contiene interesantes conclusiones.



Las mujeres suelen ser las encargadas de hacer la compra, diseñar el menú de la familia y preparar la comida. Además, se informan más sobre temas de salud y mantienen una relación más fluida con el médico. Sin embargo, paradójicamente, a la hora de adelgazar, incurren en mayores errores que ellos.

En primer lugar, es la estética, y no la salud, la principal motivación de las mujeres a la hora de controlar su peso. Sin embargo, para los hombres, es precisamente la salud lo que más les mueve a vigilar la báscula. Además, las mujeres se guían frecuentemente por fuentes inadecuadas a la hora de afrontar una dieta de adelgazamiento: aunque consultan con el médico más que los hombres, recurren mucho más que ellos a las dietas milagro publicadas en revistas o siguiendo el consejo de amigas.

Probablemente debido a ese error a la hora de buscar información, las mujeres sostienen frecuentemente creencias erróneas acerca del sobrepeso. Por ejemplo, consideran a los hidratos de carbono como el principal enemigo, cuando en realidad deberían suponer entre el 55 y el 60 % de la ingesta calórica. También creen que todas las grasas son igual de perjudiciales, que el pan es más peligroso que la bollería o que conviene disociar la alimentación para adelgazar más deprisa. Por supuesto que estas creencias son erróneas.

Podemos recordar aquí algunos conceptos correctos acerca de este tema tan controvertido. Así, se debe limitar el consumo de fritos y grasas, y evitar el "picoteo". Lo importante no es la pérdida brusca de peso, sino un cambio de costumbres que permita reducir el peso de una forma lenta pero segura y, sobre todo, que nos permita mantenerlo de forma indefinida.

La dieta debe ser variada, respetando un adecuado equilibrio entre hidratos, grasas y proteínas. Debe abundar en pescado, legumbres, huevos, cereales, frutas y verduras. Evitar fritos y optar por alimentos cocidos y a la plancha. Y recurrir al agua como bebida.

También es muy importante consultar con el médico antes de comenzar una dieta de adelgazamiento. Esto nos permitirá, además de reducir nuestro peso, hacerlo sin perjudicar nuestra salud. Y eso, probablemente, es lo más importante.

sábado, 13 de agosto de 2011

Comidas para La Gota


ALIMENTOS PERMITIDOS
(A diario) A LIMITAR
(Máximo 2-3 veces por semana) NO PERMITIDOS
(Desaconsejados)
CARNES Y HUEVOS Pollo, pavo, ternera y en general carnes con poca grasa. Huevos. Los que no figuran en los otros apartados Vísceras (hígado, corazón, riñones, sesos, mollejas, lengua) y carnes grasas (cerdo, cordero)
EMBUTIDOS Embutido de pavo y pollo Jamón Todos los embutidos grasos
PESCADO, MARISCOS Lenguado, gallo, merluza (pescado blanco), bacalao Pescado azul (sardinas, anchoas, boquerones), salmón, rodaballo Huevas de pescado, gambas, langostinos, cangrejo, mariscos
SOPAS Y SALSAS Caldos de verduras, consomés de carne poco grasos Mayonesa, ajoaceite Caldos de carne grasos, extractos de carne, caldo de cubitos, salsas a base de mantequilla
ACEITES Y GRASAS SÓLIDAS Preferentemente aceite de olive. Aceite de semillas (girasol, maíz) Manteca de cerdo, sebo, tocino, nata
VERDURAS, FRUTAS, LEGUMBRES Todo tipo de verduras, ensaladas y frutas, except los indicados a continuación. Espárragos, champiñones, setas, puerros, rábanos, espinacas, coliflor, guisantes, habas, tomates, legumbres
LÁCTEOS Leche desnatada, yogur y quesos no grasos Leche entera, natillas, cuajada Quesos grasos
CEREALES Harina, arroz, sémola, pastas alimenticias, germen de trigo y salvado, patatas, pan y galletas integrales Tartas, hojaldres, pastelería y bollería industrial
AZÚCAR Y DULCES Si hay sobrepeso: edulcorantes Azúcar refinado, miel, fructose, chocolate
FRUTOS SECOS Pueden consumirse crudos salvo los cacahuetes Cacahuetes, frutos secos fritos
BEBIDAS Té, café, infusions, zumos naturales, agua mineral Alcohol en todas sus graduaciones
ESPECIAS, CONDIMENTOS Todos

viernes, 22 de julio de 2011

Decalogo Para adelgazar

Decálogo para no engordar estas vacaciones

1 Nada de Fritos
2 Poca Carne o nada de carne
3 Verdura y fruta
4 Nunca comer Mucho
5 Suprime el Estress
6 Come despacio
7 Infusiones
8.-Respira Profundo
9 Anda todo lo que Puedas

3 Es difícil seguir unos horarios en vacaciones, pero no imposible. Debe intentar no saltarse comidas (sobre todo el desayuno) y no picotear.

4 Aunque esté saboreando el mejor de los manjares, coma despacio. Masticar bien los alimentos es clave para una buena digestión y evitar la obesidad. Aproveche que en verano se come en compañía de la familia o los amigos para alargar la comida. En vacaciones no hay prisa.

5 La ansiedad que provoca el estrés está asociada a comer compulsivamente. Intente olvidarse de los problemas y no recurrir a la comida para aliviar tensiones.

6 Los milagros no existen. Ni siquiera en verano. Huya de dietas mágicas para perder peso antes de enfundarse el bañador. Si quiere seguir un régimen, póngase en manos de un especialista.

7 Dormir lo suficiente (al menos siete u ocho horas diarias) es básico para encontrarse bien y no engordar.

8 Hacer deporte es, durante todo el año, un método eficaz para mantener la báscula a raya. En verano se puede caminar, nadar, practicar deportes acuáticos... Dispone de más actividades deportivas y más tiempo.

9 Cuidado con el tabaco y el alcohol. Además de sus efectos tóxicos puede favorecer la subida de peso.

10 Las mujeres embarazadas deben cuidarse más. La malnutrición o la sobrealimentación favorecen el desarrollo de la obesidad y enfermedades metabólicas.

sábado, 2 de julio de 2011

En Dietas No Hay milagros

Érase una vez un editor que comía más de lo que necesitaba y que no dejaba de engordar. Desesperado por no hallar ningún remedio que le convenciese, decidió recurrir a un médico que pasaba consulta en París y le dijo: “Déme una dieta cualquiera, pero no me toque la carne, porque la carne es la vida”. A lo que el doctor le respondió: “Ok. Coma carne, sólo carne pobre en grasas, beba dos litros de agua y vuelva en cinco días. Y regresó con cinco kilos menos, lo que para mí fue una sorpresa”, ha relatado en más de una ocasión Pierre Dukan para explicar lo que le llevó a escribir Je ne sais pas maigrir (Yo no sé adelgazar).

Desde entonces, este médico francés de aspecto cordial y que se expresa en un castellano más que aceptable ha vendido alrededor de cinco millones de libros a raíz de apercibirse de que aquel editor que acudió a visitarle hace años perdía peso a una velocidad inaudita gracias a consumir alimentos proteicos y a renegar del pan, el arroz, las patatas y otros alimentos ricos en carbohidratos.

Sin embargo, otras teorías parecidas defienden con idéntico entusiasmo haber encontrado el método definitivo para perder peso. La dieta de la Luna, por ejemplo, interpreta que las diferentes fases lunares afectan el “ritmo corporal interno” (sic) siguiendo la misma pauta que los mares y los océanos. A partir de este argumento de peso, concluye que el secreto para perder tres kilos en un día consiste “en ayunar 26 horas, pero siempre coincidiendo con la hora del cambio de fase lunar”, según se explica en la página web que respalda a esta dieta.

En cuanto a la dieta del grupo sanguíneo, sugiere que cada persona ha de alimentarse en función de la evolución histórica de su grupo sanguíneo (A, B, AB y O). Según esta hipótesis, las personas con sangre de tipo O surgieron hace 40.000 años antes de Cristo y fueron cazadores, lo que les proporcionó un tubo digestivo muy resistente y bien preparado para metabolizar la carne, pero no los lácteos y los cereales, ya que por entonces no se conocía la agricultura. Por su parte, los agricultores (grupo A) deben de comer cereales, mientras que los pastores (grupo B) han de priorizar los lácteos. Finalmente, la dieta del aleluya, sólo permite consumir los alimentos mencionados específicamente en el capítulo I, versículo 29, del libro del Génesis. Este pasaje, que algunos interpretan como una invitación al vegetarianismo, señala: “Y dijo Dios: he aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y da semilla; os serán para comer”.

Por lo que se refiere a la teoría que maneja Pierre Dukan, comer carne fue lo que permitió a la especie humana prosperar, al poder dedicar menos tiempo a la digestión que los animales herbívoros y favorecer el trabajo intelectual (un principio, ese sí, aceptado por la ciencia). A partir de este hecho, Dukan defiende con convicción y espontaneidad que su método es el más cercano al código genético de nuestra especie y propone perder peso siguiendo un programa de cuatro fases (ataque, crucero, consolidación y estabilización) que incluye cien alimentos permitidos, 72 de ellos de origen animal y 28 de procedencia vegetal.

No obstante, el problema de apostar por un determinado tipo de alimentos y descuidar otros (y esto es aplicable a cualquier dieta que parta de este planteamiento) es que se registran carencias de los minerales, vitaminas y micronutrientes que precisamente esos alimentos prohibidos deberían aportar. Paradójicamente, eso fue precisamente lo que llevó a engordar a muchos de los que hoy están a régimen: consumir más cantidad de la recomendable de algunos alimentos en concreto (carne, embutidos, bollería y, en general, alimentos muy dulces, muy salados o con mucha grasa) y menos de la aconsejable de otros (fruta, verdura...).

Por lo demás, las estrafalarias hipótesis que plantean las dietas rápidas vienen a ser algo así como “la batallita o la novela que parece dar sentido a estas propuestas”, en palabras de Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (Sedca) y catedrático de la Universidad Complutense de Madrid.

Así pues, lo primero que conviene aclarar, indica Villarino, “es que no hay alimentos buenos y malos, permitidos y prohibidos, sino formas de alimentarse equilibradas o desequilibradas en su conjunto”. Y también la razón por la que se engorda: “porque se ingresa a través de la alimentación más energía de la que posteriormente se gasta con la practica de actividad física”, recuerda Javier Aranceta, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria (SENC).

Por expresarlo según las leyes de la termodinámica, si una persona que lleva una vida sedentaria ingiere 3.400 calorías diarias y sólo quema 2.400, engorda, ya que ahorra alrededor de 1.000 calorías, que acumula, básicamente, en forma de grasa. En cambio, si esa misma persona trabaja en el bosque abriendo cortafuegos con ayuda de una robusta hacha y gasta 3.500 calorías diarias a causa del esfuerzo físico, adelgaza, aunque a lo largo del día también se alimente con 3.400 calorías. Lo cual significa dos cosas: “que cada persona ha de seguir una dieta personalizada que se adapte a sus circunstancias personales y no dejarse llevar por los consejos generales de un libro”, según recalca Alfredo Martínez, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Navarra. Y también que este proceso ha de estar supervisado por “un internista, por un endocrino, por un dietista o por un médico con la capacidad clínica necesaria como para evaluar los riesgos que presenta cualquier dieta rápida, ya que lo contrario es jugar con fuego”, advierte Javier Aranceta.

Sin embargo, pese a este par de recordatorios, cuando surge una opinión contraria a cualquier dieta de moda, sus seguidores reaccionan furibundamente, y achacan este hecho a la envidia que despiertan quienes triunfan en su profesión, cuando no a la lógica ignorancia que cabe atribuir a las personas que niegan lo evidente, es decir, que con el método en cuestión se pierde peso.

Para estos indignados adelgazantes, la mejor prueba de que el sistema que siguen es maravilloso son ellos mismos. Y para demostrarlo, cuelgan vídeos y fotos en Twitter, YouTube, Facebook, etcétera, para dar fe de su evidente transformación, que en algún caso recuerda a la novela de Richard Matheson El increíble hombre menguante. Y no hay forma de sacarles de ahí, ni siquiera cuando se les hace ver que, según concluye la literatura médica, un 85% de ellos acabará pesando a medio plazo más que antes de ponerse a dieta.

La teoría que maneja Julio Basulto, responsable de investigación de la Asociación Española de Dietistas Nutricionistas (AEDN), “es que las personas que siguen este tipo de dietas consideran que existe una relación causa-efecto entre su pérdida de peso y, por ejemplo en el caso de Dukan, el consumo de alimentos proteicos. Ya se sabe, ‘canta el gallo, sale el sol, así que el sol sale gracias a que canta el gallo’”. “En cambio –prosigue–, cuando al cabo de un tiempo estas mismas personas acaban pesando más que al principio de ponerse a dieta, interpretan que ha sido por culpa suya a consecuencia de haber hecho algo mal (por ejemplo, haber tomado menos proteínas de las debidas), en lugar de atribuir el fracaso al gurú que diseñó la dieta, cuando es el auténtico responsable”, indica este dietista-nutricionista.

Así las cosas, la pregunta es... ¿Por qué entonces se pierde peso con estas dietas? La primera reflexión es que cualquier sistema basado en comer menos acaba funcionando al principio. Es decir, si alguien se alimenta únicamente con alcachofas, baja de peso. Y si ese alguien no come ni siquiera alcachofas y sólo bebe sirope de savia de arce o cualquier otra dieta líquida parecida, todavía pierde más peso. Pero no porque la alcachofa tenga un principio activo o una enzima –dos palabras habituales en estas dietas– o porque el sirope de savia de arce disuelva la grasa del mismo modo que lo haría un spray concebido para limpiar las encimeras, sino en virtud del principio de termodinámica antes descrito. El mejor ejemplo es la dieta de la luna: si una persona ayuna durante 26 horas pierde peso, se ponga como se ponga la Luna...

Sin embargo, hay algo importante: una cosa es perder peso al principio y otra muy distinta “adelgazar a la larga”, según puntualiza Susana Monereo, responsable de endocrinología y nutrición del hospital universitario de Getafe y una autoridad en el estudio de la obesidad.

Vale la pena escuchar a Javier Aranceta, presidente de la Sociedad Española de Nutrición Comunitaria, cuando explica por qué se vuelve a ganar peso de manera repentina al abandonar, por ejemplo, la dieta Dukan. “Con una dieta hiperproteica se pierde mucho peso al principio, sobre todo agua. Esto ocurre porque cuando hay un cambio brusco en la forma de alimentarse, el cuerpo recurre en primera instancia a sus reservas de glucógeno. Hay que recordar que cada molécula de glucógeno va unida a cuatro de agua. Por eso, en un primer momento esta dieta tiene resultados espectaculares: porque se pierde mucha agua”, indica tras precisar que las personas con sobrepeso u obesidad, no tienen exceso de líquidos, sino de lípidos, con p.“Lo que ocurre –continúa–, es que si bien es cierto que el organismo pierde peso al principio porque anda algo despistado, luego se organiza y cambia su proceso metabólico para intentar mantener la antigua imagen corporal que tenía de la persona. Por ese motivo, cuando alguien se aburre de una dieta y vuelve a la normalidad, el proceso metabólico sigue a régimen, por más que la persona ya no lo esté, con lo que el cuerpo aprovecha hasta el último gramo de comida en previsión de un episodio parecido”, explica Aranceta, dando a entender que el organismo no puede precisar si una persona ayuna o semiayuna de forma voluntaria o tiene dificultades para cazar y conseguir comida, por lo que, ante la duda, reacciona acumulando grasa para garantizar la supervivencia si en el futuro se ha de enfrentar a una situación parecida. Esta es la razón por la cual las personas que han realizado muchas dietas rápidas se encuentran con cada vez más dificultades para perder peso y, por el contrario, más facilidad para ganarlo.

No obstante, y pese a que el mecanismo por el cual se vuelve a ganar peso al acabar una dieta severa es fácil de entender, sus fans consideran que el método que han elegido es tan excepcional en todos los sentidos que prevé esa circunstancia.

En ese sentido, si algo hay que es de justicia reconocer a las dietas rápidas es su habilidad para manejar conceptos de marketing, crear webs interactivas, relacionar a famosas y celebridades con su método y, en definitiva, prometer la luna.

Esta situación, que se repite cada año desde prácticamente el año 1960, cuando el exceso de peso comenzó a convertirse en habitual en las sociedades industrializadas, ha generado situaciones realmente insólitas durante el último siglo. Ya antes, en 1939, por ejemplo, un estudiante de Harvard se tragó viva una carpa dorada de acuario y aseguró que perdía peso. Poco después, cientos de personas corrieron a imitar esta extraña práctica. La fiebre acabó cuando las autoridades sanitarias certificaron que el método no sólo no hacía perder peso, sino que ponía en grave peligro la vida de los osados, debido a los agentes patógenos y parásitos que podía trasmitir el goldfish.

También en España se detectan de tanto en tanto episodios similares, como reconoce Lucía Bultó, una prestigiosa dietista y nutricionista, que en alguna ocasión se ha visto obligada a aclarar a algún paciente que colocarse un diente de ajo a la altura del ombligo no disuelve la grasa. Y es que, de algún modo, lo único que diferencia a las dietas rápidas es el grado de sofisticación de la teoría que las inspira. En todo lo demás son como gotas de agua: se pierde mucho peso al principio y se vuelve a engordar a la larga.

Con todo, lo que quiere saber la lectora o el lector que ha sido capaz de llegar hasta aquí es cuál es el mejor método para perder peso. La respuesta es que adelgazar no es fácil ni rápido. Por decirlo en palabras de Javier Aranceta, “lo ideal sería que el exceso de peso que se ha acumulado durante, pongamos por caso, dos años, se perdiera en un tiempo similar con una alimentación equilibrada que incluyera la práctica de actividad física”. Por esta razón, tienen tanto éxito las dietas milagro: porque prometen solucionar en pocos días lo que se ha hecho mal durante años.

Así pues, la pregunta que deberían formularse quienes han tomado la siempre saludable decisión de quitarse unos kilos de encima es decidir si llevan intención de pasarse el resto de su vida comiendo alcachofas, bebiendo sirope de savia de arce, tomando cucharadas de salvado de avena, prohibiendo alimentos, haciendo comidas de gala, comprando productos que presuntamente queman la grasa y demás parafernalia habitual que se da en todas estas dietas.

Al respecto, recurrir a una dieta rápida durante un breve periodo de tiempo (independientemente de que sea hiperproteica o hipocalórica) puede ser una buena estrategia para motivarse y perder peso rápidamente, siempre y cuando lo decida un especialista tras analizar las características personales. Si el doctor en cuestión no trabaja al servicio de una dieta milagro (algo cada vez más habitual...), lo más normal es que en pocos días o semanas intente educar a la interesada o al interesado, para que pueda disfrutar de cualquier alimento sin excepción y no repita de nuevo los errores que le llevaron a engordar.

Todo lo que no sea eso, significa pelearse con la comida, en lugar de gozar de uno de los grandes placeres terrenales, si no el mayor...

miércoles, 29 de junio de 2011

Bebe 3 Litros de agua al día: Nada de Tomate

Ni Tomate
No Esparragos
No sardinas
No Pescado Azul



Los alimentos que contienen purinas, son los que elevan el ácido úrico en sangre. Los de mayor contenido son, de más a menos: marisco, pescado azul (sardinas, salmón, atún, bonito), algunas legumbres (lentejas) y algunas verduras (tomate, espárragos). Cuantos más alimentos de este tipo comas, más aumentará. Sin embargo, si evitas la mayoría y comes un tomate al día, no te va a perjudicar. Es mucho más importante que bebas al menos 2-2,5 litros/día de agua alcalina (Vichy, Solan de Cabras).

Dieta y Ácido Úrico : Nada de Tomate

Dieta y Ácido Úrico
La realidad sobre ácido úrico y dieta. ¿Por qué es importante controlarlo y cómo lo puedo controlar?

Tengo el ácido úrico alto…. Cada vez son más las personas que al realizarse su chequeo anual con el médico reciben la noticia de niveles elevados de ácido úrico. ¿Pero qué significa esto?

Contrario a otras patologías comunes como azúcar en sangre elevada (diabetes), colesterol alto, triglicéridos altos, etc., poco se conoce y se habla sobre qué exactamente significa tener el ácido úrico alto, ¿es un riesgo o no?, ¿lo ha aumentado algo que estoy comiendo?, etc. Y es que hasta hace poco se consideraba simplemente asociado a la enfermedad cardiovascular, y se recomendaba disminuir los niveles solamente cuando se llegaba a desarrollar la condición conocida como "gota".

Sin embargo, estudios recientes han demostrado que sí es un riesgo independiente de enfermedad del corazón, y debe dársele la misma importancia que otros factores de riesgo.

El principal problema asociado a sus niveles elevados es que provoca una disminución del óxido nítrico. Este compuesto es esencial para dos cosas:

1. Actúa sobre el endotelio, el tejido de los vasos sanguíneos. El óxido nítrico es lo que les permite contraerse y relajarse, por lo que al disminuirse se favorece la hipertensión, así como se facilita también la formación de placa de colesterol sobre los vasos sanguíneos.

2. Es necesario para facilitar la absorción de la glucosa a través de la insulina, por lo tanto, una disminución lleva a resistencia a insulina, principal causa del síndrome metabólico.

Por lo tanto, si quiere proteger su corazón, disminuir sus niveles de ácido úrico, debe estar también de N° 1 en su lista. De hecho, es igual de importante que reducir sus niveles de colesterol, y triglicéridos.

¿Qué lo ocasiona?

El ácido úrico es producto del metabolismo de las purinas (componentes de ciertas proteínas) y se produce de forma natural en el organismo.

Al existir más purinas en el cuerpo, aumentan las concentraciones de ácido úrico en sangre. Esto se conoce como hiperuricemia. Las concentraciones normales del ácido úrico en sangre son 7mg/dl para hombres y para las mujeres 6 mg/dl. Entre más tiempo se mantenga la hiperuricemia, mayor es la posibilidad de llegar a desarrollar la famosa gota. ¿Por qué empieza a aumentar anormalmente?

La acumulación se da por alteraciones en el metabolismo del ácido úrico, que pueden ser heredadas.

Hay dos factores de riesgo que son no modificables:

1. Edad avanzada:

Se ha demostrado que el riesgo de desarrollar gota aumenta al avanzar la edad, ya que las manifestaciones clínicas de la gota, aumentan a una mayor duración de la hiperuricemia. Por lo tanto, personas que ya han mantenido por varios años los niveles de ácido úrico elevados, tendrán mayor posibilidad de presentar signos y síntomas de la gota.

2. Sexo

A pesar de que la prevalencia de gota ha aumentado en ambos sexos, en pacientes menores de 65 años, se ha observado que los hombres tienen 4 veces mayor riesgo que las mujeres de desarrollar la enfermedad. Sin embargo, al avanzar la edad, se observa que el riesgo es similar. Esto se debe a que los estrógenos dan cierta protección porque aumentan la excreción de ácido úrico, pero después de la menopausia se pierda esta protección.

Hay factores que usted sí puede cambiar, que le ayudarán a disminuir sus niveles de ácido úrico o a prevenir el aumento. Encabezando la lista están los factores relacionados a su dieta y estilo de vida.

Sobre la dieta para prevenir y controlar la gota, existen muchos mitos, y ponerlos en práctica mas bien le puede resultar mas perjudicial que positivo. La mayoría de las personas lo primero que asocian la gota es a los vegetales, poniendo como el principal culpable el tomate. Así que usualmente esta es su primera medida, eliminan vegetales, pero continúan comiendo galletas, tomando cerveza, etc…

¿Qué es lo que SÍ AUMENTA EL ÁCIDO ÚRICO?

Investigaciones recientes han demostrado que los mismos cambios en la alimentación que se recomiendan para prevenir otras enfermedades crónicas (como diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, etc), son los mismos que le ayudarán a disminuir sus niveles de ácido úrico y por lo tanto prevenir el desarrollo de gota.

De hecho, debido a que la hiperuricemia le puede llevar a estas otras condiciones, obtendrá el doble de beneficios, ya que no solo previene la gota, sino también la diabetes, hipercolesterolemia, etc.

Los siguientes son los principales culpables de aumentar su ácido úrico:

1. Sobrepeso

El aumento de peso se asocia directamente al aumento de los niveles de ácido úrico. La obesidad favorece que aumente la producción y también disminuye la excreción. Por el contrario, disminuir el peso favorece la disminución del ácido úrico

2. Cerveza y otros licores

Antes de dejar de comerse la ensalada, lo primero que debe de hacer es dejar las latas de cerveza. El consumo de cerveza y otros licores, es lo que tiene mayor efecto en los niveles de ácido úrico.

Con solo el equivalente a una cerveza de 350 ml o 30 ml de otros licores, el riesgo de aumentarse el ácido úrico se puede hasta casi duplicar.

Así que definitivamente si ha presentado el ácido úrico alto, decirle adiós la cerveza y otros licores debe ser lo primero en su lista.

Sin embargo, no necesita abstenerse por completo del alcohol. El vino no tiene ningún efecto en los niveles de ácido úrico, asi que una buena estrategia puede ser cambiar la cerveza por una copa de vino. Por supuesto, con moderación, lo cual equivale a una copa de vino al día para mujeres y dos copas para los hombres (1 copa = 150 ml).

3. Carnes rojas, pescado y mariscos.

La cantidad de proteína total de la dieta no tiene efecto en los niveles de ácido úrico, pero sí la fuente de proteína. La carne roja y el pescado son los únicos que sí van a favorecer el aumento.

Reducir el consumo de éstos es una de las principales acciones a tomar para prevenir la hiperuricemia y gota. La carne roja además es la principal fuente de grasa saturada en la dieta, la cual se asocia a resistencia a insulina y enfermedad del corazón, por lo que definitivamente es mejor que la evite, en especial los embutidos derivados del cerdo (jamón, mortadela, salchichón, tocineta, etc.).

El pescado es la mejor fuente en la dieta de omega - 3, los ácidos grasos protectores del corazón, pero desafortunadamente si usted tiene el ácido úrico alto mas bien puede resultar contraproducente. Lo que se recomienda es que en lugar de consumir pescado, consuma suplementos de los aceites de pescado y aumente sus fuentes vegetales de omega - 3. Para protección se recomienda un suplemento que le aporte 1 gramo de omega - 3 al día. La mayoría de los suplementos en el mercado aportan por cápsula 300 mg de omega - 3 y 1 gramo total de aceite, por lo que debería de consumir 3 cápsulas al día.

Las mejores fuentes vegetales de omega - 3 son la linaza y las nueces. Estas últimas también han demostrado beneficios en ayudar a controlar los niveles de azúcar en sangre, eso si deben consumirse con moderación, ya que son altas en calorías, unas dos cucharadas al día es lo que se recomienda. De linaza también se recomienda el consumo de dos cucharadas al día de la semilla molida, ya que así es como el cuerpo mejor la aprovecha.

4. Fructosa

El siguiente culpable de aumentar el ácido úrico es la fructuosa. La fructosa es el azúcar principal de las frutas, pero no son precisamente las frutas las que contribuyen al aumento de los niveles de ácido úrico. El principal problema son los alimentos que traen adicionada la fructosa, los cuales de hecho se han señalado como los principales culpables en la etiología del síndrome metabólico y problemas asociados. ¿Cuáles son estos alimentos? Básicamente la mayoría de productos empacados, como galletas, barras de cereal, jugos de frutas, y muchos otros jugos azucarados, todos estos tienen como ingrediente la fructosa. De hecho, muchos productos bajos en calorías utilizan la fructosa dentro de sus principales ingredientes.

Lo mejor que puede hacer como consumidor es estar atento y revisar etiqueta. Que sea un azúcar "natural", no implica saludable. Revise bien la lista de ingredientes, no solo fructosa implica la presencia de esta, también jarabe o sirope de maíz.

Factores protectores

Evidencia reciente también ha encontrado que existen factores de la dieta que mas bien pueden ayudar a disminuir los niveles de ácido úrico.

Estos alimentos son los lácteos y fuentes de vitamina C, los cuales coincidentemente protegen contra hipertensión, diabetes y enfermedad cardiovascular.

La recomendación de consumir 3 porciones de lácteos bajos en grasa al día, es de especial importancia para cualquier persona con gota o hiperuricemia. Una porción es una taza de leche descremada o yogurt descremado y sin azúcar.

Varios estudios han sugerido que la suplementación con vitamina C puede ayudar a disminuir los niveles de ácido úrico. 500 mg por día, por 2 meses han demostrado ser efectivos en reducir los niveles de ácido úrico en 0.5 mg/dL. Debido a que en general la vitamina C es segura, se puede utilizar como forma de prevención.


GeoSalud, enero 2008

Rebeca Hernández, Nutricionista

martes, 21 de junio de 2011

Salvado de Avena: Todos los Días

El doctor Pros es un médico naturista vocacional, entusiasta de su trabajo: “La medicina naturista es hermana mayor de la medicina”, afirma. De su experiencia de 35 años como médico naturista y de sus miles de pacientes extrae su pasión por las virtudes salutíferas de la avena, recogidas en su libro Cómo cura la avena (Integral), que incluye un inventario de dietas y sabrosas recetas con avena. Sirva de aval el buen aspecto y vitalidad del doctor. Promueve también un balneario respiratorio de agua de mar para afecciones respiratorias y de oído, sobre todo para niños (en Sant Cugat). El doctor Pros (DoctorPros.com) ejerce también como divulgador en un espacio de Ràdio Estel.

Debería tomar avena?

¡Cada día! Yo lo hago.



¿Y qué notaría?

Incontables beneficios.



Dígame sólo tres.

Uno, tu piel estará más sana y bella, tu cabello lucirá fuerte y lustroso.



Dos.

Regulará tu peso: si padeces de sobrepeso, adelgazarás; si tienes bajo peso, engordarás. Te esculpe, y es muy diurética. ¿Y eso? Es un regulador metabólico, de tal modo que depura sobras y cubre carencias.



Y tres.

Ante un colesterol malo elevado, lo disminuirá: la avena actúa como una escobilla arterial. ¡Y aumentará el colesterol bueno!



Diríase que la avena es la panacea.

“Alimento específico para la salud”, lo define la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos estadounidense): ¡es casi el alimento óptimo! Las investigaciones confirman las virtudes salutíferas de la avena... lo que ya sabía la cultura popular.



¿Por ejemplo?

Viejos dichos germánicos como Hafer macht Männer stark (la avena vuelve a los hombres de hierro) y Dar Hafer sticht (la avena te acelera) son ciertos: la avena es una riquísima fuente de energía y vitalidad.



¿Por qué?

Por su completísima combinación de proteínas (tiene siete de los nueve aminoácidos esenciales para la vida), grasas, hidratos de carbono (de absorción lenta: libera energía durante horas), minerales (¡destaco la generosa presencia de sílice!) y vitaminas B y E.



¿Por qué me destaca el sílice?

El sílice es un superconductor y nutre el tejido conectivo humano, beneficia articulaciones, sistema nervioso y la electrobioquímica del organismo: los que toman avena notan mejoras en sus facultades memorísticas...



¿Podría citar tres beneficios más?

¡Y más! Uno: protege el intestino con sus sustancias mucilaginosas y enriquece su flora, aliviando estreñimientos y diarreas. Dos: prepara para un sueño más reparador. Y tres: estimula la libido.



¡Alegría!

Sow your wild outs (esparce tu avena silvestre) es un dicho inglés acuñado al observar que los caballos más fogosos sexualmente eran los que comían avena silvestre.



Pero yo no soy un caballo.

Funciona igual, ¡lo certifico! Mi pareja a veces tiene que decirme: “¡Deja de tomar avena por unos días, anda...!”, ja, ja.



Ejem... y ¿dónde la venden?

¡Debería venderse en farmacias! La encuentras en todas partes: yo uso copos de avena de cultivo ecológico. Los copos son granos de avena enteros aplastados: contienen todos los nutrientes, es un alimento integral.



¿Desde cuándo se consume avena?

Al menos desde la edad de bronce. El diccionario Webster’s dice: “Cereal con que se alimentan los hombres en Escocia y los caballos en Inglaterra. Por eso Escocia proporciona los más bellos ejemplares humanos e Inglaterra los más hermosos caballos”.



Elija una virtud de la avena.

Su alto poder energético: la gran vitalidad y vigor que proporciona. ¡Tómela cada día!



¿Cómo la toma usted?

En cena y desayuno. Mi desayuno: tres cucharadas (soperas) de copos de avena, un limón exprimido, media manzana rallada y medio yogur natural. Al gusto, pasas, frutos secos, frutas... Existen mezclas muy ricas.



¿Y la cena?

Una cremita de avena, ¡deliciosa! Mi favorita: hiervo a fuego lento, en medio litro de agua, tres cucharadas soperas colmadas de copos de avena, y añado puerros. O zanahorias. Opuntas de espárrago.O espinacas, o... Lo paso por el túrmix. Si la quieres muy, muy fina, colador. Chorrito de aceite. ¡Y en diez minutos tienes una cena sabrosísima y sanísima! Y verás qué bien duermes...



¿Y si soy celiaco?

La avena es el cereal más tolerado por celiacos... aunque contiene gluten, claro.



¿Y para los niños?

¡Es fabulosa! Refuerza su inmunidad, y además les ayuda a concentrarse: si la dieta infantil incluyese siempre avena, ¡seguro que descendería el índice de fracaso escolar!



Esto ya es tener fe en la avena...

Por otra parte, los pediatras ya aconsejan a muchos niños beber leche de avena en vez de leche de vaca, por las intolerancias a la lactosa, las alergias... La leche de avena es la mejor de las leches vegetales, y puedes tomar los copos de avena en leche de avena.



¿Cómo descubrió usted las maravillas de la avena?

Me formé en Alemania como médico naturista. Me especialicé en ayunos y advertí que la monodieta de avena permitía resistir al ayunador sin desnutrición incluso durante 21 días. ¡Y encima ganaban salud!



Cuénteme el testimonio de algún paciente suyo.

Una señora con sobrepeso iba a operarse la rodilla (condopatía roduliana), pero la avena la adelgazó y los antiinflamatorios de la avena hicieron el resto: ¡evitó la cirugía! Otro paciente perdió doce kilos en cuatro meses, su colesterol bajó de 346 a 215, normalizó la tensión arterial y empezó a dormir bien. Y encima mejoró su líbido.



Bingo.

Ah, y la avena debería incluirse en las dietas de todos los hospitales: refuerza el organismo ante cualquier tratamiento y acelera las recuperaciones postoperatorias.

miércoles, 15 de junio de 2011

Frank SUAREZ: El Poder del Metabolismo

Frank Suárez fue un niño, un adolescente y un adulto con problemas de sobrepeso. Cuando tenía 45 años de edad tenía 27 kilos de más.


Hoy, en cambio, es reconocido como uno de los más importantes especialistas en obesidad y metabolismo, quien ha compartido sus conocimientos a través del libro “El Poder del Metabolismo”, del que se han vendido más de 100 mil copias, y que ya se encuentra disponible en México.


Suárez recuerda que hace tiempo padecía de presión alta, triglicéridos elevados, colesterol alto y, además, baja auto estima. Después de una vida dedicada a la investigación y al estudio del metabolismo y la nutrición Frank finalmente logró recobrar su salud.


La publicación está basada en la experiencia con las más de 20 mil personas que han participado del conocido sistema para adelgazar Natural Slim (www.rebajar.com).


“Es cierto, a un metabolismo lento le cuesta más trabajo bajar de peso”, expresa el especialista.


“Todas las dietas funcionan, siempre y cuando también se modifique el metabolismo; de lo contrario, los kilos regresan. De eso es de lo que trata el libro”.


“Hay distintos factores que relentizan el metabolismo. Hay gente que come como loca pero se mantiene delgada gracias a que trabaja rápido su metabolismo”.


Claves para adelgazar


En la publicación, Frank Suárez explica cuáles son las causas que provocan un metabolismo lento, una de ellas es la deshidratación.


“Es importante tomar suficiente agua para poder adelgazar. Independientemente de jugos u otras bebidas como té o café, el organismo requiere de un determinado número de vasos de agua, que se calcula dividiendo nuestro peso total entre siete. Conforme la persona vaya adelgazando, se disminuirá la cantidad.


“Por su parte, los refrescos de dieta engorda porque contiene ácido fosfórico, el cual disminuye el metabolismo porque no permite la combustión de la grasa”, explica el experto.


Suárez señala que existen alimentos que ayudan a acelerar el metabolismo como las proteínas blancas (pavo, pollo y pescado), el huevo, el ajo, el orégano y el aceite de coco; por el contrario, lo disminuyen los cacahuates, el arroz, las frutas muy dulces, entre otros.


“No se trata de pasar hambre, de contar calorías ni de reducir la grasa, sino de mejorar el metabolismo”, finaliza Frank.










Hallan abeja con lengua más grande en su especie


Desarrollan dispositivo para que autos descontaminen


Derrotan miedo a exploración


Vigorexia puede ser mortal

viernes, 13 de mayo de 2011

Dukan, Dukan, Dukan

Dukan, Dukan, Dukan... Quien no conozca este método de adelgazamiento, o está rodeado de gente a la que no le sobra ni un centímetro de su cuerpo, o es que vive en una burbuja. Desde hace un tiempo, la dieta creada por el doctor Pierre Dukan es tema de conversación prácticamente asegurado en cualquier reunión. El padre, la amiga, el marido o la sobrina. Siempre hay quien ya ha empezado a perder kilos, y de manera rápida, gracias a esta dieta (con base médica, a pesar de sus detractores) realmente eficaz.

Si no, que se lo pregunten a la guapísima Caritina Goyanes, quien ha perdido 21 kilos desde el pasado mes de noviembre. «Cuando nació mi hijo, pensé que tenía que cuidarme y empezar a comer de una forma ordenada. No merecía la pena seguir así», nos cuenta Caritina quien, por su trabajo (es la dueña del exitoso Sixsens Catering), vive entre fogones, lo que no debe ser lo mejor para evitar tentaciones. «Probé diferentes métodos, pero no bajaba de peso. Hasta que conocí Dukan. La primera semana adelgacé cinco kilos y esto es muy importante para seguir adelante, con moral, y no dejar la dieta a la primera».
Bajo control

Día a día, siguió perdiendo peso. Cada vez más satisfecha por los resultados, y siempre controlada por el doctor Dukan, Cari confiesa que se encuentra perfectamente. «Me hago análisis de forma regular y no tengo ni un solo problema. Es un régimen muy fácil de hacer, porque puedes comer muchos alimentos y si te lo saltas por algún motivo, evitando siempre que puedas las grasas, no adelgazas, pero tampoco engordas». Basado, sobre todo, en las proteínas (la primera semana no se pueden mezclar con nada) y las verduras, y con el salvado de avena como protagonista, este método sigue cuatro fases: el ataque, el crucero, la consolidación y la estabilización definitiva. Después, a lucir la silueta
Buenos ejemplos

Así debieron pensar Penélope Cruz, Jennifer Lopez y Gisele Bundchen, cuando, tras su maternidad, decidieron recuperar su figura de la manera más rápida. O Carole Middleton antes de la boda de su hija Kate con el Príncipe Guillermo; incluso, hay quien asegura que la propia Duquesa de Cambridge hizo este régimen antes del enlace. Motivos más que suficientes para que se apuntaran a la dieta y se hayan convertido en ejemplos de su efectividad.

El método Dukan arrasa. En España, en Europa y en Estados Unidos. El libro «No consigo adelgazar» se considera la biblia de las dietas. Los maridos lo leen a escondidas, las mujeres lo comentan sin parar y ocupa el número uno en los rnkings de ventas. Ya se han vendido más de siete millones de ejemplares en todo el mundo. En nuestro país, desde que vio la luz en mayo del pasado año, ya va por la décimo primera edición. Otros dos volúmenes siguen el mismo camino: «El método Dukan ilustrado» (septiembre, 2010) está en su sexta edición y «Las recetas de Dukan» (enero, 2011), en la tercera. Sobran las palabras. O los kilos, claro.

domingo, 8 de mayo de 2011

El Salvado de Avena

Tiene a medio mundo a dieta y además es el rey del universo online. Cuenta con 10 millones de lectores en 20 países del mundo con tres de sus libros, No consigo adelgazar, El Método Dukan ilustrado y Las recetas Dukan. Los dos primeros también están entre los más vendidos de no ficción en España.

Pierre Dukan es un nutricionista que vende -con mucho éxito- un método para adelgazar . Después de la Semana Santa, cuando las dietas en general aumentan un 30% por la conocida operación biquini, es hora de conocer los secretos de un régimen que permite comer (a voluntad) 100 alimentos, 72 con proteínas y 28 verduras, y que empezó en la consulta de Dukan cuando ejercía de médico de familia. Un obeso le dijo: “Desde la adolescencia he perdido más de 300 kilos por mi cuenta ,y como puede usted constatar, ¡lo he recuperado todo!”. Y añadió: “Seguiré sus consignas al pie de la letra. Excepto una cosa: no me suprima la carne, ¡me gusta demasiado!”. Y el doctor le sugirió: “Pues bien, durante cinco días no coma más que carne, tanta como quiera”. En una semana había perdido cinco kilos.

Lo demás vino rodado. Nueve de cada 10 personas que siguen la dieta alcanza su peso ideal y casi ocho de cada 10 lo mantiene un año después. Dukan saca la báscula para Época.

-¿Adelgazar rápidamente y para siempre? Suena a dieta milagro.

-Detrás de mi método no hay milagros, hay más bien mucho trabajo, porque se basa en mis 35 años de experiencia como médico nutricionista. A lo largo de este tiempo he visto que la persona gorda compensa sus problemas y frustraciones con la comida. Suele ser también excesiva en sus comportamientos: de la misma manera que come en demasía está dispuesta a cumplir regímenes drásticos, de los que se cansa al poco tiempo para volver a sus hábitos, recuperando así el peso perdido y añadiendo algunos kilos de más.

-¿Y cuál es el secreto de su dieta?



-Está estructurada en cuatro fases: dos para adelgazar y dos para mantener el peso. Nunca se debe pasar hambre, sólo comer productos naturales, preparar recetas sabrosas y aprender a comer bien y a mantener el peso para siempre. Las cuatro fases forman una estructura muy sólida, que guía y apoya al usuario desde el primer día y no lo suelta, dejándolo sin otra opción, avanzando día a día, kilo a kilo, como un tutor del comportamiento o un plan de trabajo militar. En ese camino se siente recompensado con la pérdida de peso y la ausencia de hambre.

-El problema de la mayoría de regímenes es la rápida recuperación de peso. ¿Por qué este es diferente?

-Porque incluye dos fases ineludibles de estabilización y mantenimiento del peso. Si no se piensa seguir el régimen hasta el final, recomiendo no empezarlo. Después de haber alcanzado nuestro peso justo, entramos en la fase de consolidación, que es una transición entre el todo régimen y el no régimen. Esta etapa tiene una función crucial: pasar un tiempo (10 días por kilo perdido) con un régimen suficientemente permisivo como para no seguir adelgazando, pero al tiempo controlado, para no engordar de nuevo. A la base de los 100 alimentos permitidos a discreción añadimos dos piezas de fruta cada día, dos rebanadas de pan integral al día, una porción de queso al día, dos raciones de feculentos a la semana y dos comidas de gala a la semana. Esto permite llegar a una alimentación normal, pero frugal, en la sociedad actual de hiperconsumismo -porque no debemos olvidar que el español medio vive siguiendo un régimen hipercalórico, con demasiado azúcar y demasiadas grasas, sin saberlo-. En la cuarta fase, de estabilización, que seguirá el resto de la vida, se recupera lo que yo llamo la espontaneidad alimentaria: poder comer de todo, pero conservando en la memoria el modelo de la consolidación que actúa como plataforma de seguridad en caso de desbordamiento.

-¿Pero qué hacemos para no volver a engordar?

-Seguir tres medidas concretas, muy eficaces y poco dolorosas, pero innegociables: un día por semana (yo propongo el jueves) comer proteínas puras, no coger el ascensor nunca más y caminar 20 minutos al día. Y tomar tres cucharadas de salvado de avena cada día.

-¿Y qué pasó con lo de que para adelgazar hay que pasar hambre?

-No se ha dicho nunca que para adelgazar haya que pasar hambre, pero sí que hay que contar, y entonces es obligatorio pasar hambre. Esto es lo que los regímenes han aconsejado hasta hoy, puesto que estaban fundados sobre el sistema de las calorías y no tenían en cuenta un hecho biológico y científico irrefutable: las calorías tienen el mismo valor sea cual sea su origen (proteínas, lípidos o glúcidos), pero el cuerpo no las utiliza de la misma forma. Si bien los glúcidos y lípidos son nutrientes, tienen un papel de carburantes y los usamos rápidamente; las proteínas están pensadas como elementos de crecimiento y mantenimiento del organismo. Si les pedimos que actúen como carburantes, pueden hacerlo, pero eso implica un gasto muy elevado y es lo que me permite utilizarlas a voluntad y sin llegar a pasar hambre. El hambre es un mecanismo natural que nos impide morir. Resistirse es posible durante unos días, pero es mucho mejor no sentarse a la mesa muerto de ansiedad. Si comemos mejor, más despacio y más conscientemente, quedaremos saciados.

-¿Y qué podemos hacer para resistirnos a las patatas fritas después de comer o las galletas antes de cenar?

-Cuando tenemos hambre no hay que evitarla, hay que saciarla, pero con alimentos permitidos que pueden comerse a voluntad. Por ejemplo, el jamón de pavo, un yogur 0%, unos palitos de surimi y cualquier alimento bajo en grasas y azúcares que calme el hambre y apague la ansiedad, sin engordar.

-Ha vendido miles de libros en el mundo y hay una comunidad de ‘dukanianos’ en Internet. Es un fenómeno poco común para un nutricionista. ¿Cuál es el secreto del éxito?

-Aparte del hecho de que el método es eficaz, el éxito se basa en una relación de confianza. Sean de donde sean, los lectores e internautas me conocen y saben que me motiva conseguir que adelgacen, que dedico todos mis esfuerzos y es lo que me hace feliz. Mi experiencia y el historial de mi método dan legitimidad a la dieta y eso les tranquiliza. Los resultados rápidos y visibles hacen que las personas de su entorno pregunten cómo lo han conseguido y el método se difunde de manera natural. Es importante también su sencillez y, además, está el apoyo de Internet a través de www.dietadukan.es.

-¿Y qué es eso de que el frío ayuda a adelgazar?

-Cuando bebemos un litro de agua que sale de la nevera a 4 ºC y orinamos el agua a 32 ºC, hemos aumentado la temperatura 28 grados, lo que le cuesta a nuestro cuerpo entre 30 y 40 calorías. El organismo debe mantenerse a una temperatura de unos 37 ºC y cuando ingerimos alimentos fríos, o cuando estamos en un ambiente frío, lo obligamos a gastar energía para mantenerse en los 37 ºC. No es un gasto muy alto, pero ¡todo suma!

-¿Qué hay de cierto en lo de no beber durante las comidas?

-Cualquier momento es bueno para beber, pero especialmente durante las comidas, porque el agua nos ayuda a llegar a la sensación de saciedad. Al estómago le cuesta contener más de un kilo y medio de alimentos. Cuando empezamos una comida con proteínas y verduras y bebemos dos vasos grandes de agua, ya hemos llenado dos tercios del estómago y el hambre desaparece. La leyenda que no permite beber durante las comidas no tiene ningún fundamento.

-¿Su método vale para cualquiera que quiera adelgazar, por ejemplo dos o tres kilos, o es sólo para los obesos?

-Está concebido para un sobrepeso de más de siete kilos sobre el peso justo.

-¿Y cuál es el peso justo?

-El que una persona puede alcanzar y, mucho más importante, el que puede mantener. Depende de su edad, constitución, historia personal y familiar, en total son ocho parámetros. No es fácil de calcular así que, antes de empezar, recomiendo a todo el mundo que vaya a www.dietadukan.es, donde de forma gratuita puede responder a ocho sencillas preguntas y, en pocos minutos, sabrá cuál es su peso justo y la duración de cada una de las etapas a recorrer.

-En los herbolarios de Madrid se ha agotado el salvado de avena, uno de los pilares de su dieta.

-El salvado de avena sí que es un pequeño milagro, una suerte de prodigio. Es un alimento que interviene en los cuatro sectores esenciales de la prevención de la salud: tiene acción directa y científicamente probada contra el colesterol, el cáncer, la diabetes y el sobrepeso. Las fibras que lo componen recorren todo el tracto digestivo sin ser descompuestas y arrastran con ellas una parte modesta de las calorías que ingerimos, aligerando así la factura calórica de una comida. Dentro del estómago, con el agua, su volumen se hincha hasta 30 veces, creando sensación de saciedad.

-¿Es posible seguir la dieta sin la vigilancia de un nutricionista?

-No hay nutricionistas suficientes para tratar a todas las personas con sobrepeso, pero hay que consultar al médico de cabecera ante cualquier duda.

-En España, como en otros países industrializados, hay cada vez más población obesa. ¿Ve usted un futuro de gordos?

-Espero ganar la lucha contra la obesidad que me ocupa y preocupa desde casi siempre. Es importante educar correctamente a la población infantil y evitar que los jóvenes, sometidos a la presión de la moda, empiecen a hacer el primer régimen alegremente y sin necesidad.

sábado, 7 de mayo de 2011

El Metodo Dunkan: Es Efectivo

El pasado mes de marzo, el Ministerio de Sanidad incluía en su lista de “dietas milagro” desaconsejables el Método Dukan por ser “ineficaz, fraudulento y potencialmente peligroso” para la salud. Según el Grupo de Revisión, Estudio y Posicionamiento de la Asociación Española de Dietistas-Nutricionistas, la citada dieta del Dr. Pierre Dukan no tiene “fundamento científico”, es “fraudulenta” porque promete “resultados mágicos” con aseveraciones que suponen una “infracción grave” y un largo etcétera que incluye la “contraindicación con los consensos de expertos en obesidad”.

Esta semana, la revista ÉPOCA siete días dedica una amplia entrevista con el Dr. Dukan en la que el famoso médico argelino da alguna de las claves de su famoso método, desmintiendo, para empezar, que sea una dieta milagro, y diciendo, para seguir, que “si no piensa seguir el régimen hasta el final” es mejor “no empezarlo”.
Mientras la polémica crece y el salvado de avena que él recomienda se agota en todos los herbolarios, sus libros No consigo adelgazar y El Método Dukan Ilustrado están en lo más alto de los tops de ventas de no ficción en España y medio mundo. En otros países como Francia, sin embargo, está en la denominada “lista negra” del Ministerio de Sanidad y de la Agencia de Seguridad Alimentaria.

Dukan contesta a las críticas y asegura a ÉPOCA siete días que su método es del todo eficaz si, además, después de terminarlo, se siguen tres medidas concretas e “innegociables” el resto de la vida: un día por semana comer sólo proteínas puras, no coger nunca más el ascensor y caminar al día 20 minutos. Tal vez, gracias a esto, las famosas se entregan a esta dieta sin fisuras, y Jennifer López y Penélope Cruz se han quedado estupendas después de ser madres gracias a ella. Ver o no el efecto rebote, es cuestión de tiempo.

miércoles, 13 de abril de 2011

La Manzana Muy buena

No lo dude: nada como consumir una manzana al día para preservar la salud del corazón. El viejo refrán anglosajón 'an apple a day keeps the doctor away' (una manzana al día mantiene al médico lejos de ti) no podía andar mejor encaminado a tenor de los datos presentados durante la celebración del Congreso de Biología Experimental 2011, que se está llevando a cabo estos días en Washington (EEUU).

Allí, investigadores de la Universidad de Florida, liderados por Bahram Arjamandi, han presentado los datos de un estudio llevado a cabo con 160 mujeres posmenopáuiscas de entre 45 y 65 años. La mitad de ellas consumió una manzana al día (75 gramos diarios durante un año) mientras que el resto (el grupo control) ingirió la misma cantidad pero de pasas. A todas ellas se les realizaron analíticas a los tres, seis y 12 meses de iniciar el ensayo.

"Los estudios con animales han constatado que la pectina y los polifenoles (quercetina y flavonoides, antioxidantes que se encuentran sobre todo en la piel de esta fruta) mejoran el nivel de metabolismo de los lípidos y reducen la producción de moléculas inflamatorias relacionadas con el riesgo cardiaco, como es la proteína C reactiva", destaca el doctor Arjamdandi.

También algunos trabajos en humanos han constatado los beneficios de la manzana (rica en fibra, vitaminas A y C, hierro, calcio, magnesio, potasio y flavonoides) a la hora de ayudar a prevenir el cáncer, las enfermedades coronarias o mejorar la tasa de glucosa de los diabéticos tipo 2.

Ahora, el experto de Florida y su equipo han constatado "los cambios increíbles que se producen en los niveles de colesterol a los seis meses de consumir una manzana al día", destaca Bahram Arjamandi.

Así, las mujeres que ingirieron esta fruta redujeron en un 23% el colesterol 'malo' (LDL) y aumentaron un 4% el 'bueno', (HDL) en comparación con las que siguieron la dieta de pasas. Además, otra de las ventajas aportadas por el consumo de la fruta 'milagro' es que, pese al consumo de 230 calorías extra al día, esto no se tradujo en un aumento de peso. Más bien lo contrario: "las mujeres que las ingirieron perdieron una media de casi 1.500 gramos", agregan los especialistas.

Valoración
José Luis Zamorano, director del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, reconoce a ELMUNDO.es que el estudio "pone de manifiesto el poder protector de la manzana en la aterosclerosis. Sin duda se deberá a las propiedades nutricionales de la misma. Esta fruta es rica en pectina, una sustancia que tiene propiedades favorables en el metabolismo del colesterol".

Apunta además a que el "descenso provocado del colesterol LDL ayudará al menor desarrollo o evolución de la aterosclerosis, dado que éste ha demostrado ser uno de los responsables primordiales en el desarrollo de la patología. Pero, además, hay otro hecho interesante. En este estudio se observó que aquellas pacientes que consumieron manzanas de forma regular tenían un descenso en los niveles de la proteína C reactiva, una marcador de inflamación e inestabilidad de la placa de ateroma".

Para este experto, aunque la "fruta no puede compararse con los efectos de los fármacos, dado que las estatinas (los medicamentos anticolesterol) son imprescindibles en el tratamiento eficaz de la hipercolesterolemia y la aterosclerosis -dado que disminuyen tanto los niveles de LDL como de proteína C reactiva-, al menos sí ha constatado sus beneficios".