viernes, 30 de marzo de 2012

La Obesidad no es buena

'La dieta Flash'
Es un hombre orquesta de la salud, médico pediatra y también inmunólogo, y además especialista en nutrición focalizado en la lucha contra la obesidad: me informa de que 300.000 españoles siguen hoy alguna dieta proteinada, y por eso en su obra La dieta Flash (Planeta) explica qué control médico precisa toda dieta proteinada (tan de moda hoy en día) para garantizar su eficacia y sortear daños. Por eso está formando ahora a 200 médicos en toda España, que aplicarán esta herramienta desde su cadena de establecimientos. Jiménez Ucero es fundador del Grup Policlínic de asistencia primaria, y de Inforyatrica, asociación que presta toda suerte de servicios a los médicos catalanes.
Qué le hizo médico?
Una enfermedad que me mortificó de niño.

¿Qué enfermedad?
Tras una infección de anginas, escarlatina y nefritis, me quedó una fiebre persistente.

¿Qué edad tenía?
De los seis a los nueve años estuve en cama, ametrallado con penicilina y estreptomicina, con largos periodos hospitalizado...

¿Eso le marcó?
Me sentía apartado, encerrado, solitario. Me leí los 500 libros de la biblioteca de mi padre, maestro. Mi favorito era Robinson en su isla, ¡como yo! Y Tom Sawyer, libre...

¿Cómo terminó lo suyo?
A los nueve años me dejaron salir de la cama... y tuve que a aprender a caminar. ¡Fui Forrest Gump! Y me hice dos promesas.

¿Cuáles?
Que sería médico de niños y que no volvería a pasar un solo día en la cama.

¿Y las ha cumplido?
¡Sí! Aunque haya tenido gripe fuerte, el pánico a meterme en cama ha sido más fuerte.

Hoy, como pediatra, ¿cómo hubiese tratado a aquel niño febril que fue usted?
¡Aire puro y vida sana!

¿Qué fue lo mejor de su infancia?
Pasamos penuria (mi padre nos dejaba mojar un torrezno a cada hijo en su huevo), pero de los nueve a los doce años fui feliz.

¿Por qué?
Vivimos en La Gornal del Penedès: una casa llena de fruta, melones en serrín, uva colgada del techo, aventuras en el castillo... ¡Viví como mi adorado Tom Sawyer!

¡Carpetazo a las penas!
Como estudiaba con beca, me aplicaba mucho para sacar notas altas, y daba clases a otros chicos para pagarme los libros y luego la carrera. Y a los 19 años me hice mayor.

¿Por qué?
Mi madre enfermó gravemente, la hospitalizamos, y mi padre se hundió. Me hice cargo de mis cuatro hermanos, de todo. Mis compañeros me traían los apuntes. Me reté..., y saqué matrículas de honor en todo.

¿Aquello le forjó?
Creo en el esfuerzo, la disciplina, la autoexigencia..., y en que jamás hay que rendirse.

¿Cómo ha sido su carrera de médico?
Fui pediatra en la sanidad pública y trabajé hasta la extenuación: más de 2.000 niños al mes... Hasta que no pude más y lo dejé todo.

¿Qué fue lo mejor?
Las vidas salvadas, como la de un niño de cuatro años ahogado en una piscina. Lo daban por muerto, pero le puse boca abajo, le saqué el agua, le hice masaje cardiaco, boca a boca... y resucitó. ¡Eso compensa de todo!

¿Ha vuelto a verlo?
No. Hoy debe de ser treintañero. Fue un verano en Vallromanes, luego desapareció.

¿Qué le disgustó de la sanidad pública?
El despilfarro y la improductividad. La desgana. La pérdida de calidez en la relación médico-paciente, ¡sagrada! No hay pública o privada: hay buena o mala sanidad.

¿En qué consiste la buena sanidad?
He creado un grupo de seis centros médicos ambulatorios, con más de 150 médicos y colaboradores: atendemos a 20.000 pacientes al mes, ¡sin listas de espera!, siempre una sonrisa en la boca para el paciente.

¿Cómo se consigue eso?
Con orden, disciplina, exigencia y personal comprometido con la eficacia y el servicio.

¿Cuál es nuestro gran reto sanitario?
¡La obesidad!: somos el segundo país con más obesos de Europa y el penúltimo en educación nutricional: ¡qué vergüenza!

¿Tan grave es el problema?
El obeso enferma antes y muere antes: cada dos días de un obeso... equivalen a tres días.

¿Cómo saber mi peso saludable?
Divide tu peso entre el cuadrado de tu altura: si te sale más de 24, ¡cuidado, actúa!

¿Qué es lo primero que debería hacer?
Reduce tu ingesta de carbohidratos (azúcares y féculas): ¡están por todas partes! Los comemos en exceso y engordan y matan.

¿Por qué?
Obligan al páncreas a segregar tanta insulina... que se agota. Y de ahí las diabetes, acúmulos de grasa, deterioro cardiovascular, úlceras, cegueras...

Comeré menos azúcares y féculas.
Y come cinco veces al día, en pocas cantidades. Eso regula los niveles de insulina, relaja el páncreas. Y, sobre todo, cena poco: "Cena corta, vida larga", sentenció Cervantes.

¿Qué más aconseja?
El alcohol excita el páncreas: si bebes alcohol al comer, ¡engordas más! Pésate a la mañana siguiente de cenar con alcohol y verás que ganas el doble de peso que cenando sin alcohol. Ah, y no bebas nada frío.

¿Por qué?
Dificulta la digestión y facilita la fijación de grasas. Lo peor de lo peor para beber: un refresco dulzón y frío. Por cierto, el aluminio de las latas es cancerígeno para la vejiga. Lo mejor para beber: un té verde, tibio.

¿Promueve alguna dieta?
La que llamo dieta Flash: una fase vegetariana verde y dieta proteinada (un gramo de proteína por kilo al día), ayudada con minerales, vitaminas y oligoelementos para evitar desgaste muscular y el efecto rebote.

¿Es una crítica a la dieta Dukan?
Sin control médico, la gente se excede con la proteína, hasta provocarse ácido úrico, sobrecarga hepática y deterioro de la salud.

¿Qué es estar sano?
No hacer una cosa pensando en cuatro, fumando y asaltando la nevera por la noche.

domingo, 25 de marzo de 2012

No al Colesterol

El médico nos ha dicho que tenemos que reducir nuestros niveles de colesterol pero que aún es pronto para empezar a medicarnos. ¿Qué estrategia podemos adoptar para que el riesgo cardiovascular al que estamos expuestos descienda y retrasar así el momento de empezar un tratamiento?

Tanto la dieta como el estilo de vida están cambiando. Aprender qué alimentos son los que nos convienen y qué tipo de ejercicios nos vienen bien contribuye de forma determinante a volver a poner nuestros niveles en números saludables. Si tienes que conseguir que tu colesterol descienda pero estás perdido en un mar de dietas, recetas y restricciones alimenticias, no te asustes: el sentido común es tu mejor aliado. Con la ayuda del médico, un poco de información –y por supuesto, dejando de fumar–, podemos poner en práctica una serie de medidas para regular nuestro índice de colesterol:

1. Los suplementos, con moderación

Existen muchos suplementos alimenticios que pueden ayudarnos a reducir el colesterol, y cada vez son más los facultativos que recomiendan su consumo, por supuesto de forma equilibrada y siempre previa consulta clínica. El extracto de hoja de alcachofa, por ejemplo, ha demostrado su eficacia a la hora de reducir en el organismo los niveles de lipoproteínas de baja densidad –que también llamamos a veces el colesterol malo–. Muchos también recomiendan el arroz de levadura roja, cuya habilidad para hacer descender los niveles de colesterol y triglicéridos ha sido objeto de numerosos estudios científicos, y el té verde, que además nos ayuda a incrementar nuestros niveles de lipoproteínas de alta densidad –el colesterol bueno–.

2. Alimentos para el corazón

Azúcares refinados, pan blanco, almidón o alimentos ricos en proteínas animales… Cuando se trata de cuidar la salud de nuestro corazón es importante prescindir de determinadas comidas y seguir una dieta bajas en grasa y contra la hipertensión. La alimentación vegetariana también puede ayudar a reducir nuestro colesterol, pero antes de emprenderla debemos consultar necesariamente con nuestro médico.

3. Fibra

Cuando nuestra dieta es baja en fibra, el 94% del colesterol es reabsorbido y reciclado por el cuerpo, según la AHA –American Heart Association–. La avena, la cebada, las ciruelas o las judías, entre otros, son productos ricos en fibra. También existen suplementos artificiales que nos ayudan a consumir más cantidad de este compuesto, que ayuda a expulsar el colesterol de nuestro cuerpo a través de la digestión. Eso sí; dependiendo de si es soluble –la más común en legumbres y determinadas frutas– o insoluble –que predomina en cereales–, la fibra actúa de maneras diferentes durante su paso por el tracto digestivo. Si adolecemos de trastornos intestinales, debemos consultar a un médico antes de proponernos comer más fibra.

4. Un vaso de vino

Gracias a su concentración de saponina, el consumo moderado y continuado de vino –preferentemente, tinto– o zumo de uva hace descender los niveles de colesterol malo y eleva los del bueno, según demostró en 2003 un estudio de la University of California. La saponina también puede consumirse con el aceite de oliva o el haba de la soja.

5. Contra el colesterol, fitoesterol

Los fitoesteroles son el equivalente vegetal del colesterol que ocupa su lugar en el metabolismo y así, evita su absorción. Combinados con una dieta baja en grasa, su consumo continuado puede ayudar a que nuestro cuerpo asimile menos colesterol y que, a la larga, acumule menos cantidad del mismo. La concentración natural del fitoesterol es muy baja incluso en los productos en los que más abunda –maíz, soja o aceite de girasol–, de modo que muchos alimentos procesados industrialmente –como la margarina, la leche o los yogures– incorporan cantidades superiores de forma artificial.

6. Mucho pescado azul

Los pescados rico en ácidos grasos omega-3, como la trucha o el salmón, hacen que nuestro nivel de triglicéridos descienda y con ellos, nuestro índice de grasa en sangre. La antiguamente denominada vitamina F también se encuentra en las semillas de lino y de chía, el sacha inchi, los cañamones y las nueces. Sus propiedades se descubrieron al observar la escasa indicencia de enfermedades cardiovasulares entre culturas donde el omega-3 se consume en grandes cantidades, como la inuit o la japonesa tradicional. En realidad, el omega-3 aumenta considerablemente el tiempo de coagulación de la sangre y por lo tanto, contribuye a la salud coronaria a largo plazo. Una vez más, también hace que los niveles de colesterol bueno suban.

7. Poco ruido y muchas nueces

Los especialistas también aconsejan comer nueces. Numerosos estudios demuestran que su consumo moderado rebaja nuestro nivel de colesterol malo y de triglicéridos. Las nueces, sin embargo, son alimentos ricos en calorías: hay que tenerlos presentes en los máximos calóricos diarios que nos haya recomendado el doctor.

8. No todas las grasas son malas.

Las grasas saturadas –las que encontramos en la carne roja, por ejemplo, o en algunos aceites, como el de palma o el de coco– pueden no ser buenas para la salud de nuestro corazón, pero otros como el de oliva o colza resultan saludables si los consumimos con moderación.

9. Vigila tu peso

Aunque sólo sea un poco, el peso extra eleva el riesgo de accidente cardiovascular, especialmente cuando se combine con otros factores como la hipertensión o elevados índices de azúcar en sangre. Cuando tenemos sobrepeso, también tendemos a acumular en nuestro cuerpo una cantidad superior de colesterol malo. Muchas personas se deshacen de sus elevados niveles de colesterol sencillamente adelgazando.

10. Un poco de ejercicio

Si algo recomiendan todos los especialistas, eso es moverse. Incluso el hábito de invertir diez o veinte minutos al día en una ligera rutina de ejercicios gimnásticos, en correr o en pasear hace que nuestros niveles de colesterol empiecen a bajar. Si te planteas perder colesterol a largo plazo y mantenerte en unos niveles saludables, no basta sólo con la dieta: es imprescindible hacer un poco de ejercicio.

11. Y controla el estrés

En 2007, investigadores de la Oregon State University descubrieron que un grupo de individuos acostumbrados a practicar la relajación y en posesión de habilidades sociales superiores tendían a acumular menos colesterol malo que otros sujetos experimentales con la misma dieta y régimen de ejercicios, pero sometidos a condiciones de estrés que no podían atajar mediante la correcta actitud. Como para tantos otros aspectos de la salud, el estrés y los nervios parecen contribuir a que acumulemos colesterol.