Operación Navidad: 10 consejos para mantener el vientre plano
Nunca es mal momento para empezar a cuidarnos. (Corbis)
Héctor G. Barnés

24/11/2012 (06:00)
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Quizá este no sea el momento más propicio del año para preocuparnos por nuestra figura, ahora que la Navidad (y las comilonas asociadas a esta) empiezan a asomar la cabeza detrás de la esquina y el frío nos ayuda a ocultar bajo capas y capas de ropa esos kilitos de más. Sin embargo, quizá sea ahora cuando debamos empezar a ponernos a punto. Perder la tripa no se trata tan sólo de una cuestión de estética, sino también de bienestar (nos sentiremos mejor con nosotros mismos) y salud (nos veremos más ágiles). Por ello, no conviene centrarse en dietas milagrosasque en la mayor parte de casos lo único que nos deparan es una pérdida de peso en el corto plazo (pero no en el largo) o pegarse palizas en el gimnasio que a lo que suelen conducir es a la desesperación, cuando tras una semana de agujetas constantes y fatiga total vemos que nuestro cuerpo apenas ha cambiado. Es preferible ir poco a poco y recordar algunos pequeños detalles que pueden marcar la diferencia:
–Relájate. Cuando estamos estresados, los niveles de cortisol, una hormona esteroidea, se disparan. Y con ellos, el volumen de nuestra tripa, ya que provoca que se acumule grasa en la región abdominal. Un estudio de la Universidad de Yale señaló recientemente que podía aparecer una pequeña tripa originada por el estrés, incluso entre las chicas más delgadas.
–Duerme bien. Un consejo que nos ayudará para muchas cosas (bienestar, felicidad, problemas cardiacos), pero que también influye a la hora de mantener un vientre plano. No por el hecho de dormir en sí, sino porque el estrés asociado con unos malos horarios de sueño provoca que nuestro apetito durante el día aumente significativamente. En concreto, como señalaba un estudio del Centro Médico de la Universidad de Chicago, aquellos varones que habían dormido apenas cuatro horas mostraban un 23% más de hambre.
–Ve lento cuando hagas abdominales. En muchas ocasiones, por buena que sea nuestra voluntad al hacer ejercicio, las prisas terminan perjudicando su ejecución. En el caso de los abdominales, es preferible ir un poco más lento, realizar menos flexiones y cerciorarse de que efectivamente es la zona del estómago la que se está ejercitando que intentar hacer miles de movimientos en los que realmente se están fortaleciendo otras partes del cuerpo. Además, una mala realización de este ejercicio físico puede producir dolorosos problemas de espalda.
–Ríete. Cada vez que nos reímos, la pared abdominal se contrae y se relaja tal y como ocurriría si estuviésemos haciendo ejercicio, de manera que sin quererlo y sin sospecharlo, estamos ejercitando la zona del estómago. Esa es una de las razones por las que, por ejemplo, a veces nos duele la tripa de reírnos o llegamos a tener agujetas en la zona tras una tarde divertida.
–Ejercita todo tu cuerpo. Muchos entrenadores recuerdan que centrarse únicamente en un músculo es inútil y, en ocasiones, contraproducente, puesto que provoca una descompensación en el cuerpo que puede acarrear graves consecuencias. En el caso del abdomen, realizar ejercicios sobre esta zona sin preocuparse también por las regiones que la rodean suelen provocar que aquella persona que ha adoptado esta costumbre de ejercicio termine caminando encorvada.
–Ten paciencia. La única forma de conseguir una tripa plana es siendo regular en tus ejercicios. Los efectos de estos no suelen manifestarse de inmediato, por lo que tener presente que se va a necesitar hacer algunos sacrificios y que el camino va a requerir de una gran constancia es de vital importancia si queremos cumplir con nuestro objetivo y no rendirnos a mitad del viaje.
–Mantente recto. Este consejo tiene un poco de trampa. Debido a que nuestra apariencia depende en un alto grado de la percepción de los demás, puede ocurrir que aunque no tengamos tripa, a los ojos de nuestros congéneres sí la tengamos por nuestra propia postura corporal. O todo lo contario: que aunque sí la tengamos, sepamos comportarnos, movernos y situarnos de forma que no lo parezca. Así queintentar mantenerse erguido no sólo nos hará parecer más delgados, sino que además, nuestra espalda lo agradecerá.
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