martes, 7 de febrero de 2012

Irina Matveikova ( Rusia , 1966 ) es licenciada en Medicina , con especialidad en Endocrinología y Nutrición Clínica por la Universidad Estatal de Medicina de Minsk ( Bielorrusia )

Dra. Irina Matveikova

La doctora Irina Matveikova ha presentado el libro Inteligencia digestiva (La Esfera de los Libros) para acercarnos al mundo poco conocido de la tripa y las funciones digestivas. Ahí, un auténtico segundo cerebro lleva a cabo su actividad, desde tiempos inmemoriales. No solo garantiza nuestra supervivencia sino que además nos ofrece una sabiduría ancestral basada en la percepción directa y las intuiciones.


—¿Puedes explicarnos el concepto de cerebro digestivo?

—En 1999 el profesor Michael Gershon de la Universidad de Columbia, de Nueva York, publicó un ensayo tras haber estudiado durante 30 años el sistema nervioso entérico. Descubrió que tenemos cien millones de neuronas entre dos capas musculares del tubo digestivo, que son totalmente idénticas a las del sistema nervioso central (el cerebro superior). Estas neuronas tienen el mismo lenguaje neuronal que las del cerebro y producen los mismos neurotransmisores (sustancias químicas destinadas a producir algún efecto). Lo más interesante de esto ha sido descubrir que el 90% de la serotonina (la famosa hormona de la felicidad y el bienestar) se produce y se almacena en el sistema nervioso entérico, o cerebro digestivo. También tenemos ahí sustancias parecidas a las benzodiazepinas, lo que quiere decir que tenemos poder ansiolítico (tranquilizante) en la tripa. Este segundo cerebro tiene un vínculo profundo con nuestras emociones y nuestro bienestar.

—¿A qué responde lo que se pone en marcha en este cerebro?

—Ha aparecido una ciencia nueva, que se llama neurogastroenterología, que se dedica a estudiar los trastornos psicosomáticos con expresión gastrointestinal. Es decir, cómo canalizamos emociones a través del sistema digestivo, e, inversamente, cómo el sistema digestivo afecta a nuestras emociones; cómo desarrollamos enfermedades psíquicas o físicas y cuál es el papel de este segundo cerebro en relación con ello.

“Todavía no está muy claro cómo usar el potencial de este segundo cerebro, pero sí se sabe por ejemplo que se puede liberar serotonina gracias a un bolo alimenticio que se mueva a través del tubo digestivo; si provoca que los músculos se estiren, se desencadena una reacción neuroquímica. Por eso cuando uno come copiosamente, o deprisa, puede experimentar una relajación, un bienestar, lo que puede constituir una manera de combatir la ansiedad u otras emociones. Ahora bien, esta no es una forma sana de proceder. Hay medicinas naturales, milenarias, que proponen un aumento del bienestar mediante técnicas variadas. Aplicar calor, un masaje suave y dulce en la tripa, la respiración abdominal, un ritual de meditación, la acupuntura, así como los mimos y una buena alimentación ¡pueden ayudarnos a obtener mucha serotonina sin contraindicación alguna!

—¿Qué características tiene el cerebro digestivo?

—Se dice que es el cerebro más antiguo; que tiene el sello de toda la evolución humana. Mientras desarrollábamos el cerebro, la conciencia lógica, constituía la base de la supervivencia. La serotonina tiene aquí la función de regular los movimientos musculares peristálticos y amplificar las transmisiones sensoriales ‘básicas’, las cuales se relacionan en primer lugar con la supervivencia y, además, están vinculadas a la defensa, la intuición, el sexo, la nutrición y diversos deseos e impulsos (que con la evolución hemos aprendido a suprimir e ignorar).

“Gracias al cerebro de la cabeza hemos desarrollado una gran superioridad, pero en cambio, y contrariamente a los animales, nos hemos olvidado de escuchar al cerebro de la tripa. Es un cerebro con mucha capacidad. Por supuesto, no va a crear poemas o participar en debates socráticos, pero es muy intuitivo y perceptivo. La inteligencia del cerebro digestivo no pasa por el filtro de la conciencia ni de la voluntad ni de influencias externas, sino que ya está desarrollado mientras crecemos durante la infancia.

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